Los niños y las mujeres en México están en riesgo permanente. El crecimiento de la violencia en su contra ha sido enorme en los años recientes. En 2015 se registraron casi 12 mil casos de abuso sexual. Para 2020 aumentaron a más de 22 mil. Una tasa de crecimiento de 87% en 5 años.

El confinamiento producto de la pandemia disparó aún más este incremento. La violencia verbal y los golpes se convirtieron en una constante para muchas familias. Lamentablemente, las agresiones escalan y pueden llegar hasta su más terrible expresión: el asesinato. El año pasado hubo 115 menores de edad víctimas de feminicidio. Esto significa que cada 4 días murió una niña por este delito.

Pero no solamente ha crecido la violencia intrafamiliar, también el crimen organizado ha lastimado de manera irreversible a niñas, niños y mujeres. La trata de personas contra menores de edad aumentó casi 30% de 2019 a 2020.

La pornografía infantil también ha ido en aumento. La cada vez mayor exposición a contenidos digitales, genera un deplorable mercado que demanda material visual que implica denigrar y lastimar a esa población vulnerable que es abusada y expuesta.

El año pasado, seis de cada diez mujeres fueron víctimas de violencia diariamente. Wendy Figueroa, presidenta de la Red Nacional de Refugios, me confirmó en entrevista que los ingresos a refugios han incrementado casi 60 por ciento durante la pandemia. “Cuando las mujeres van a solicitar una orden de protección no se les cree. Esto nos lleva a tener un incremento en los feminicidios. Siguen matando a mujeres, desapareciendo a niños y no pasa nada. Esta una crisis de derechos humanos. Es una emergencia nacional.”

Para acercarse a una solución se necesitan recursos y una buena coordinación. El trabajo desarticulado no ha sido eficaz. Se requiere también de voluntad para colaborar. Lamentablemente, la misma Wendy Figueroa destaca que “en este gobierno ha habido una criminalización tanto de las colectivas feministas como de las asociaciones de la sociedad civil”. Lo que hace aún más difícil que prosperen los esfuerzos de quienes históricamente se han dedicado a combatir esta problemática.

A pesar de que se trata de los delitos que más han crecido, no existen políticas públicas ni planes gubernamentales eficientes para detener su expansión. El asunto no parece ser una prioridad. No se le menciona siquiera en los discursos de los mandatarios.

Claramente no es un tema agradable. Tocarlo duele tanto que no genera popularidad. Sin embargo, hay miles de niños que necesitan ser rescatados y son millones los que tienen que ser protegidos antes de que se conviertan en víctimas. Salvarlos no se traduce en votos, pero no por eso pueden abandonarlos. Están siendo lastimados en formas terribles. Su rescate no puede depender de un cálculo político.


@PaolaRojas