Vienen tiempos muy complicados para los migrantes. Parecía que solamente era retórica electorera, pero conforme se acerca el día de la investidura de Donald Trump aumentan las acciones para reaccionar a sus medidas antiinmigración.
El republicano ha anunciado una “deportación masiva de migrantes” que rondaría los o nce millones de personas. Todo indica que el gobierno mexicano sí cree en esa amenaza. Tan es así, que en la Cancillería no han parado de trabajar. Los consulados en Estados Unidos se están preparando con cientos de abogados y asesores que apoyarán a los connacionales que sean vulnerables. De hecho, el 6 de enero se pondrá en marcha un botón de alerta que enviará un mensaje a los familiares de los mexicanos que sean detenidos y que se enfrenten a una expulsión inminente.
Los albergues tienen cada vez más demanda y las autoridades de los municipios fronterizos están en alerta máxima. Se preparan como pueden para una llegada masiva de personas. Ya de por sí tenían enormes retos para proveer de servicios a la creciente población migrante, así que pocos tienen respuesta sobre cómo atenderán a tantos más.
Está también el complejo tema de las personas de otros países que atraviesen por territorio mexicano para volver. Los vuelos de deportación que van directamente a otras naciones son excepcionales. Por ejemplo, Guatemala recibió en este 2024 a poco más de 74 mil 600 deportados en vuelos desde Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno de ese país estima que son unos 300 mil los guatemaltecos que intentan migrar hacia el norte anualmente.
Para colmo, en los meses recientes han sido detenidos en México migrantes originarios de regiones que podrían representar una amenaza para la seguridad de la Unión Americana, por lo que el reto para nuestras autoridades es aún mayor.
En este contexto, preocupa que se haya reducido el financiamiento para el Instituto Nacional de Migración. Su nuevo titular, Sergio Salomón, tendrá que enfrentar un escenario muy complejo con el menor presupuesto en ocho años para la institución.
También llama la atención que la presidenta Sheinbaum planteó hacer una transformación profunda de este organismo para convertir al INM “en un instituto de apoyo a la movilidad humana”.
No queda claro cómo cumplirá con la exigencia que hay desde el norte de frenar la migración y apoyará la movilidad al mismo tiempo. Tampoco queda claro cómo se ayudará a todos los que resultarán afectados con esta nueva situación. Hay más preguntas que respuestas. Ojalá no sean también más retos que soluciones.
@PaolaRojas