El viernes pasado hubo un enfrentamiento entre criminales y pobladores en Texcaltitlán, Estado de México. La gente, harta de pagar extorsiones por cada metro cuadrado de siembra, se armó y se lanzó en contra de los integrantes de la Familia Michoacana. Catorce personas murieron y varías resultaron lesionadas. Las autoridades del Estado de México informaron que entre los muertos se encontraba Rigoberto de la Sancha Santillán ‘El Payaso’, líder de la Familia Michoacana en esa zona. También fallecieron un par de sicarios “de alto o mediano nivel”, y algunos de los pobladores que enfrentaron a los criminales.
El cobro de piso a agricultores, ganaderos, comerciantes y transportistas es una constante en los municipios del sur del Estado de México. La gobernadora de la entidad, Delfina Gómez, aseguró que sellará la frontera sur de su entidad, reforzará a la policía y propondrá reformas para que los agentes realicen labores de inteligencia e investigación. Además prometió que en este caso no habrá impunidad.
Surgen entonces varias preguntas: ¿no habrá impunidad para nadie? ¿Qué trato recibirán aquellos que tomaron las armas para defenderse de los criminales? Lo que hicieron es ilegal, pero fueron orillados por la delincuencia. Tuvieron que incurrir en una serie de delitos porque el Estado Mexicano no fue capaz de protegerlos. ¿Se harán acreedores a la misma sanción que los integrantes de la Familia Michoacana? ¿O habrá un trato diferenciado para los criminales-criminales y los que podrían llamarse “criminales de coyuntura”?
La población en México está expuesta a la delincuencia y a la ausencia de estado de derecho. La falta de soluciones por parte de las autoridades deja pocas opciones a los ciudadanos. El debate sobre la legalidad de las llamadas autodefensas no es nuevo, pero ante el aumento de la inseguridad adquiere una nueva vigencia.
El presidente López Obrador también reaccionó a lo ocurrido en Texcaltitlán. “La extorsión y el llamado pago de piso, eso lo tenemos que combatir, pero entre todos", dijo desde Guerrero, uno de los estados mas afectados por esos delitos. Propuso para ello enfocar la atención en que no aumente el uso de drogas. Pidió evitar que lleguemos a los niveles de consumo que hay Estados Unidos, y sugirió cuidar a los jóvenes para “que no se sientan solos, que no haya vacío, hay que apapacharlos mucho, mucho amor en la familia, no olviden eso”.
Recordó también que en gobiernos anteriores los jóvenes eran llamados“ninis”, es decir, personas que ni estudian ni trabajan. “Por eso los enganchaban y se los llevaban a las filas de la delincuencia.” Lo dijo así, en pasado. Lamentablemente el mismo fenómeno sigue existiendo. Puede que el término “nini” esté en desuso, pero los criminales siguen reclutando a cientos de jóvenes todos los días.
He entrevistado a muchas madres de familia que huyen de la delincuencia. Salen de Michoacán, Guerrero y otros estados para evitar que los delincuentes se lleven a sus hijos. Sumarse a las filas del crimen no es opcional en sus lugares de origen: o le entran, o los matan. Así que cuando los niños están por cumplir los doce o trece años, familias completas se van al norte para intentar protegerlos. Decir a esas mujeres que el problema se resuelve con apapachos y amor en la familia es un insulto. Lo es para ellas y para los que se han armado para defenderse de los extorsionadores.
La autoridad tiene que cumplir con su función. Revertir el problema de la inseguridad es muy complejo y requerirá de mucho tiempo, pero sin un diagnóstico realista y una planeación adecuada, no podemos dar siquiera los primeros pasos. Mientras tanto los criminales avanzan con una velocidad que cada día nos aleja más de una posible solución, y los ciudadanos se debaten entre defenderse solos o huir.
@PaolaRojas