Esa frase fue la que usó el secretario de Seguridad de Nuevo León, Aldo Fasci, luego de que el cuerpo de Debahni Escobar fuera encontrado en la cisterna de un hotel. Ella estaba desaparecida desde la noche del 8 de abril y el inmueble había sido ya revisado al menos cuatro veces por las autoridades. Se ubica a unos metros de donde fue vista con vida por última vez. Fue en ese punto donde se concentró la búsqueda y, sin embargo, apareció justo ahí luego de 14 días. Ante la incredulidad de sus padres, la explicación fue que no la encontraron antes debido a una “falla humana masiva”.

Pero una falla humana masiva es lo que ocurre a nivel nacional. Solamente este año más de 1,600 mujeres fueron reportadas como desaparecidas según cifras del propio gobierno federal. Casi la mitad no han sido encontradas y, lamentablemente, 16 aparecieron muertas. El 46% de ellas vivían en el Estado de México, la Ciudad de México y Morelos.

Ya desde hace décadas organismos internacionales destacaban con preocupación las desapariciones de mujeres en México. El problema no es nuevo, pero con los años ha crecido y se ha vuelto más complejo. Las cifras indican un aumento brutal de la violencia hacia las mujeres, las agresiones sexuales y los feminicidios.

De acuerdo con Carmen Rosa Villa Quintana, miembro del Comité contra Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas, las desapariciones buscan ocultar la violencia sexual, el feminicidio, la explotación sexual y la trata. Solamente este último delito, la trata de personas con fines de explotación sexual, ha aumentado 39 por ciento en México en los últimos cuatro años, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Esta violencia está atacando a nuestras niñas. El 55% de las mujeres que desaparecen en México son menores de edad. No podemos seguir ignorándolo. El tema debiera estar en el centro de los esfuerzos gubernamentales y ser prioritario para la opinión pública. Están matando a nuestras niñas, las están violando y esclavizando. No permitamos que nada desvíe la atención de eso.

Esta exigencia no tiene partido.

Alzar las voz por las mujeres violentadas es una obligación que va más allá de intereses políticos. Se trata de una emergencia nacional. Ignorarlas es dejarlas solas esperando la muerte en una carretera de Nuevo León; es no hacer nada por evitar que terminen muertas en el fondo de una cisterna.

@PaolaRojas

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