Difícil concebir el mundo actual sin redes sociales . Estremece pensar en cómo sería esta pandemia sin contacto digital . Son miles de millones de personas en el planeta las que conviven cotidianamente en la red. Cada vez es más fácil acceder a este mundo que se adueña de nuestros datos. Le abrimos las puertas de nuestra vida y conoce nuestros hábitos y vicios más privados.
El alcance de las redes sociales supera lo imaginado. Tal vez ni el mismo Mark Zuckerberg lo pensó cuando hace 16 años creó Facebook desde su dormitorio en Harvard. No había siquiera terminado los estudios cuando era el millonario más joven de la historia (23 años). Hoy es el magnate más importante de la industria digital. Es dueño de lo que ahora 48 fiscales de distintos estados de la Unión Americana y el organismo regulador del comercio llaman “El Monopolio", compuesto nada menos que por Facebook, Instagram y WhatsApp.
La demanda específicamente exige que Zuckerberg (quien en otra época era considerado un ciudadano americano notable, presumible, genial) reduzca el tamaño de su empresa vendiendo sus dos más recientes adquisiciones: Instagram y WhatsApp. La demanda fue presentada por la fiscal general del Estado de Nueva York, Letitia James. En ella acusan a Facebook de adquirir de forma ilegal a los que eran sus competidores.
Facebook compró Instagram en 2012 por mil millones de dólares y el sistema de mensajería WhatsApp dos años después por 1.900 millones. Ambas operaciones fueron avaladas en su momento por las autoridades estadounidenses. El tema es que desde que fueron adquiridas por Zuckerberg, les han hecho mejoras y han aumentado sus funciones, lo cual las ha llevado a un crecimiento exponencial tanto en número de usuarios como en valor comercial. Este emporio tecnológico supera hoy los 800 mil millones de dólares.
Pareciera que el país que promueve la libre competencia, la usa ahora para tratar de frenar a lo que ve como una amenaza creciente. Y es que más allá del valor monetario y de si se trata o no de un monopolio comercial, lo que seguramente preocupa a muchos es la enorme concentración de poder que representa. Las tres redes juntas permiten acceder a información muy importante y valiosa. Con ella es posible diseñar estrategias para lo mismo vender un jabón que toda una ideología.
Los demandantes subrayan la necesidad de “intimidad” de los usuarios y plantean que el hecho de que todos los datos estén cautivos en una sola empresa atenta contra esa privacidad. Lo que es innegable es que la influencia electoral que las redes sociales han demostrado tener, está en el radar de los gobiernos a todos los niveles. El que una empresa pueda ser más poderosa que el país en el que nació resulta amenazante. El temor crece, conforme crecen los seguidores. Será muy interesante ver el resultado de este proceso legal en el que hay tanto en juego.