Desaparecer las escuelas de tiempo completo es un error. Se trata de un programa que beneficia a más de 27 mil planteles a nivel nacional y que ha permitido a más de 3.5 millones de estudiantes acceder a una mejor educación. México es el país de la OCDE con el mayor rezago educativo. Esta medida nos alejará todavía más de las metas en materia de aprendizaje.
Anularlo, no solamente tendrá un gran impacto académico. De acuerdo a información obtenida por UNICEF en 2019, más de la mitad de las familias beneficiadas por este programa (55 por ciento) están por debajo de la línea de pobreza. Muchos de los niños que tenían acceso a él recibían en la escuela su primer alimento del día. En el caso de los más desfavorecidos, se trataba no solo del primero, si no del único alimento diario. Con esta decisión, el gobierno está destinando a millones de niños a vivir en la desnutrición. Estar en el aula en esas condiciones es terrible. El proceso de aprendizaje es muy complejo para un menor subalimentado.
Por otro lado, sin las escuelas de tiempo completo muchas mujeres que trabajan fuera de casa tendrán que optar entre conservar sus empleos o cuidar a sus hijos. Para las mujeres jefas de familia no habrá más opción que dejarlos aún más horas solos.
Hay un aspecto todavía más dramático y que preocupa mucho a las organizaciones encargadas de proteger a la infancia: los miles de niños víctimas de violencia intrafamiliar. Para ellos la escuela no es solamente un centro de aprendizaje, es también un refugio. Las horas extra de acompañamiento les representaban una diferencia crucial en su tan vulnerable realidad.
Llama la atención que el argumento para desaparecerlo es que los recursos se utilizarán para mejorar la infraestructura escolar. Como la Secretaría de Educación Pública no tuvo la capacidad para cuidar los planteles durante la pandemia, la mayoría fueron robados o vandalizados. Sin embargo, aun cuando las instalaciones escolares se hayan rehabilitado, el programa no se retomará. El anuncio es que se anula de forma definitiva. Se teme que esta decisión aumente aún la ya de por si creciente deserción escolar.
Este atropello ha llevado a autoridades estatales a tomar cartas en el asunto. Hasta ahora son trece las entidades que han decidido mantener el Programa de Escuelas de Tiempo Completo con sus propios recursos. Las limitaciones presupuestales los obligarán a desatender o posponer otros asuntos, pero han entendido que proteger el desarrollo de los infantes es prioritario. Una obra de infraestructura puede esperar, un niño maltratado o con hambre no. Por eso no podemos permitir que este disparate se sostenga. Es absurdo tener una escuela con paredes pintadas y menores desnutridos. La prioridad tienen que ser los niños, no los ladrillos.
@PaolaRojas