La pandemia no termina. Creíamos que la vacunación nos llevaría a un mejor escenario, pero las nuevas variantes de Covid han generado un preocupante aumento de contagios. En México atravesamos una tercera ola que no sabemos cuánto durará y cuán intensa será. Otra vez la incertidumbre, esa que si se traslada al ámbito económico cuesta mucho dinero.
En América Latina , las pequeñas empresas son las que más han sufrido el impacto del Covid. Por ello, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ( PNUD ) ha sugerido invertir en ellas. Se trata de las principales generadoras de empleo en la región y muchas se han enfrentado a caídas sostenidas en sus ingresos o, de plano, a cierres permanentes.
En México, las micro y pequeñas empresas contribuían hasta el inicio del año pasado con más del 70 por ciento del empleo. Lamentablemente, en abril de 2020 el Inegi reportó una reducción de 19.6 por ciento en el indicador global de actividad económica. Nunca, desde que existe esa medición, se había dado una caída de tal magnitud. Hacia septiembre de 2020, el país había perdido el 9% del PIB . Un millón de micro, pequeñas y medianas empresas desaparecieron, y con ellas 12 millones de personas se quedaron sin trabajo. La recuperación ha sido muy lenta. En marzo de 2021 la variación era de apenas 0.4%. Los emprendedores más pequeños son los que han llevado la peor parte.
Según la Encuesta sobre el Impacto Económico Generado por la Pandemia, solo el 3.8 por ciento de las empresas mexicanas ha recibido algún apoyo público o privado. En otros países, los apoyos gubernamentales otorgados al sector privado ascienden hasta el 14.7 por ciento del gasto fiscal en Estados Unidos , o el 18.6 por ciento en Nueva Zelanda . En México ha sido del 0.6 por ciento.
Si aun con estas cifras alguien dudaba del desdén del gobierno hacia los emprendedores, la confirmación llegó en voz del propio presidente en aquella conferencia mañanera en la que se lanzó en contra de los votantes de clase media, algunos con licenciatura, que no votaron por Morena en las elecciones de este 6 de junio. Con un claro desprecio los llamó ‘aspiracionistas’ que solo buscan triunfar.
¿Cómo esperar que se apoye a los proyectos productivos cuando el éxito económico se considera negativo? Por eso hoy el principal obstáculo para la recuperación es ideológico. Mientras eso de esforzarse por acceder a una mejor educación, eso de anhelar una buena atención médica, eso de soñar con un retiro digno o de desear un transporte público eficiente sea considerado una deplorable ambición, difícilmente la realidad será distinta.