Hay en Washington una nueva visión de la migración y lo que debe hacerse para resolver la crisis actual vinculada a este fenómeno. La administración de Joe Biden ha manifestado que busca apostar al desarrollo económico en las zonas que expulsan migrantes para evitar que sigan siendo millones los que buscan llegar a la Unión Americana. La visita de la vicepresidenta Kamala Harris a Guatemala y a México puso en el centro ese objetivo.

Sin embargo, el que exista un cambio de paradigma no quiere decir que todos serán bienvenidos en los Estados Unidos. La frontera seguirá cerrada a la migración y ese fue el mensaje que Kamala Harris llevó hasta Centroamérica.“¡No vengan!”, dijo en conferencia de prensa junto al presidente de Guatemala Alejandro Giammattei. “Si llegan a nuestra frontera, los rechazarán”.

En México habló de la posibilidad de otorgar visas temporales de trabajo a quienes viven en la franja fronteriza y se centró en impulsar el desarrollo económico. “Nadie quiere dejar su casa”, dijo, con la certeza de que quienes se van lo hacen orillados por la miseria.

Un muro no detiene la migración. Pareciera una obviedad, pero la realidad reciente nos permite ver que hay muchos que todavía creen que una barrera física es capaz de frenar a quienes huyen del hambre y la violencia. Generar oportunidades laborales y mejorar las condiciones de vida en los mismos países de origen, sí podría reducir la migración.

Pero no solamente la pobreza expulsa a muchos. La violencia es un factor que cada vez tiene más peso. Hace algunas semanas estuve en Roma, Texas, una ciudad fronteriza a la que a diario llegan cientos de migrantes. Entrevisté a decenas de centroamericanos. No hubo uno solo que no mencionara la violencia en su país como la razón principal que lo motivó a huir de ahí. Algunos tenían empleo antes de partir, pero lo poco que ganaban se los arrebataban las pandillas a través de extorsiones o asaltos.

Lamentablemente, esa realidad ya alcanza también a muchos mexicanos. Hay regiones del país en las que los criminales mandan y el miedo ha expulsado a sus habitantes.

Por eso, si los estadounidenses realmente quieren disminuir la migración, tienen que combatir el tráfico ilegal de armas. Los cárteles y pandillas que ahuyentan a muchos mexicanos y centroamericanos usan armas fabricadas en la Unión Americana. ¿Será que esa problemática prefieren no abordarla por razones económicas? La industria de las armas es crucial en la economía de ese país, y somos muchos los que pagamos las consecuencias.

@PaolaRojas

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