Es muy esperanzador revisar los avances científicos y tecnológicos aplicados a la salud humana. Poblaciones remotas y marginadas a las que resulta sumamente complejo llevar médicos especialistas, son las más beneficiadas por la llamada . La conectividad permite que los expertos reciban información de los pacientes y los atiendan a distancia.

El Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización Panamericana de la Salud trabajaron juntos los últimos cinco años para diseñar las estrategias que ya se empiezan a aplicar en la región. Naciones como Argentina, Jamaica, Brasil, Ecuador, Chile, Colombia y Perú han creado agendas de salud digital para impulsar la innovación y con ello poder atender a la población más vulnerable.

Lamentablemente nuestro país no forma parte de esta iniciativa internacional. Llama la atención que México tampoco asistió en mayo pasado a la asamblea de la Organización Mundial de la Salud, ni se unió a la red que evaluó la recuperación de los sistemas de salubridad luego de la pandemia por Covid 19.

Es probable que el desdén a los esfuerzos regionales para mejorar los sistemas de salud públicos se deba a que esos programas exigen que haya transparencia en el ejercicio de los recursos. Eso de rendir cuentas no ha sido prioridad para el sector. Muestra de ello son los contratos otorgados por adjudicación directa en el primer semestre de este año. De acuerdo a una investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, el IMSS ejerció 70 mil millones de pesos sin una licitación para garantizar el precio más bajo, mientras que el ISSSTE usó el 67 por ciento de su presupuesto con esta misma modalidad.

La opacidad aumenta cuando se impide discutir en el Congreso la eliminación de las Normas Oficiales Mexicanas en materia de salud. El miércoles pasado los legisladores dejaron la sesión en el Senado y con ello quedó cancelada la posibilidad de revisar este tema tan relevante.

A todo esto se suma el recorte en el presupuesto para la salud. Según reportes financieros de la propia Secretaría de Hacienda, en 2022 la reducción fue de más de 22 mil millones de pesos.

El gobierno se ha impuesto la meta de tener un sistema de salud como el de Dinamarca. Ese país destina aproximadamente el 11 por ciento de su PIB a este rubro, mientras que México le destinó lo equivalente al 2.8 por ciento en este 2023.

Pero no solo es un tema de la cantidad de recursos asignados, es también cuestión de eficiencia. Los años perdidos con el fallido Insabi empiezan a pasar factura. Esta institución nació sin reglas de operación claras y murió en medio de la torpeza de quienes mostraron su incapacidad para operarlo. La tragedia es que no sabemos cuántos mexicanos murieron junto con él.

Tener un esquema como el danés sería estupendo. Las cifras actuales lo hacen ver muy cuesta arriba, pero el presidente ha sostenido que no se irá sin alcanzar esa meta. Aún queda un año para lograrlo. Veremos si es suficiente.

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