Empieza un año lleno de retos para México y para el mundo. En términos económicos será sin duda complicado. La Secretaría de Hacienda estima que el PIB crecerá tres por ciento, pero tanto la OCDE como el Banco de México no son así de optimistas. Su pronóstico es que creceremos la mitad de lo que vaticina Hacienda. Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional mantiene su expectativa de crecimiento en solo 1.2 por ciento.

Preocupa también lo que pueda ocurrir en los Estados Unidos; desde una posible recesión hasta un aumento de las tensiones por los conflictos derivados del TMEC. Se trata de nuestro principal socio comercial y ya sabemos que, si les va mal allá, acá suele irnos peor.

Otra mala es que se vislumbra que sigan las presiones inflacionarias a nivel global. El aumento de precios no ha cedido y si los conflictos geopolíticos continúan o se intensifican, el panorama puede ser aún peor. Para colmo, no pueden descartarse nuevas afectaciones por la pandemia luego de lo ocurrido en China en las semanas recientes.

Mejorar al sistema de salud es un tema urgente. A las deficiencias de siempre se ha sumado en los años recientes el desabasto de medicinas, vacunas y tratamientos que no termina de solucionarse.

El aumento de la población migrante es uno de los asuntos más complejos para nuestro país. En la frontera norte hay cada vez más familias en la indefinición. No logran ingresar a los Estados Unidos y se resisten a volver a sus lugares de origen. Atenderlos empieza a rebasar a muchas de las autoridades locales.

El problema más preocupante es sin duda la inseguridad. Los asesinatos de periodistas, la violencia contra las mujeres, el tráfico de drogas o personas, las extorsiones a negocios y los robos de todo tipo no se detienen. A pesar del aumento de la delincuencia, la estrategia para combatirla es la misma. Se teme además que en las elecciones exista una mayor participación del crimen organizado. Si los delincuentes se fortalecen con un creciente poder político, se vuelve aún más complejo el poder frenar o revertir la violencia. Es, de hecho, una forma de institucionalizarla y perpetuarla.

Por lo pronto, el 2023 inicia con la renovación de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia. El principal reto para quien resulte electo será garantizar la independencia del Poder Judicial, así que desde los primeros días del año toca estar atentos a lo que suceda con esta tan importante institución. Es crucial que existan contrapesos para que no se vulnere aún más a nuestra democracia.

@PaolaRojas

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