Todavía no empiezan formalmente las campañas y ya hemos visto de todo. Por lo pronto, el que quiera llamar o enviarle un mensaje a su candidata puede hacerlo. Los números telefónicos privados de ambas han sido filtrados.
Todo empezó en Palacio Nacional. Fue el propio presidente López Obrador quien exhibió el jueves pasado el número telefónico de Natalie Kitroeff, corresponsal de The New York Times. El mandatario reveló también un cuestionario que le envió el diario estadounidense en torno a una investigación sobre un supuesto financiamiento del narcotráfico a la campaña electoral de 2018.
Muchos pensaron que no había la intención de hacer públicos los datos privados de la periodista. Especularon que el número telefónico se había “colado” entre los otros documentos exhibidos. Pero las dudas se despejaron al día siguiente. “No fue un error. Volvería a presentar el número, ¡claro!, cuando está de por medio la dignidad del Presidente de México”, dijo López Obrador en su conferencia mañanera. Y agregó que por encima de la ley de transparencia y protección de datos personales, está su autoridad moral y política,
The New York Times calificó el hecho como “una táctica preocupante e inaceptable por parte de un líder mundial en un momento en que las amenazas contra los periodistas van en aumento.” Por su parte, YouTube bajó el fragmento del video porque incumplía sus políticas de acoso y ciberbullying.
Lamentablemente este hecho detonó una ola de filtraciones de números telefónicos que aún no se detiene. El hijo del presidente, José Ramón López Beltrán, fue uno de los primeros afectados. Él mismo dio a conocer lo sucedido. Lo denunció como un acto de invasión a su privacidad y dimensionó así las posibles afectaciones: “Este acto, que entiendo como una forma de venganza y un intento de hacer daño, no solo me afecta a mí, sino que también pone en peligro a mi familia y a la seguridad que merecen”.
Tiene toda la razón. Es reprobable, además de ilegal, que se le exponga de esa manera. Solo que los mismos argumentos que él usa para defenderse, deben aplicarse para cualquier persona.
Otra afectada fue la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, quien recibió terribles mensajes de odio luego de que se filtrara su número. Sin embargo , aprovechó para referirse al tema con astucia y mandó este mensaje a los detractores: “sus ataques son tan burdos como inofensivos. Los números que deberían preocuparles son los de las encuestas”.
La candidata de la oposición, Xochitl Gálvez, no se quedó fuera del asunto. Escribió en redes sociales que “las filtraciones de datos personales deben ser castigadas de acuerdo a la ley. Ni el proyecto político, ni la autoridad moral están por encima de los derechos individuales, trátese de quien se trate.” Y remató con un “¿Tú que opinas, Claudia Sheinbaum?”. Como era de esperarse, poco después empezó también a circular en redes el número telefónico de la propia Xóchitl Gálvez.
Todos sabemos quién inició esta cadena de filtraciones, pero nadie sabe quién podrá frenarla. ¿Cómo detener una ola de abusos que ha sido detonada por la máxima autoridad? ¿Cómo aplicar una ley que el propio Ejecutivo puso en entredicho? Se trata de un preocupante precedente en este entorno en el que hay tantos con apetito de guerra sucia. Un país tan violento y con un estado de derecho tan endeble, requiere de liderazgos responsables que tengan como prioridad la seguridad de todos, incluso de aquellos que se atreven a discrepar.
@PaolaRojas