Este sábado se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Lamentablemente en este 2023, el panorama se volvió aún más sombrío para muchas. Los conflictos bélicos y los cada vez más terribles desastres naturales hicieron crecer los ya de por sí complejos retos que enfrentamos como sociedad y nos alejaron de la posibilidad de alcanzar la paridad económica y social.
Combatir la violencia de género sigue siendo la prioridad. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, 736 millones de mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual por lo menos una vez en su vida. Esto es casi una de cada tres a nivel mundial. Esas agresiones escalan y pueden llegar a ser letales. Las cifras de feminicidios son terribles; cada hora son asesinadas mas de cinco mujeres por algún integrante de su familia.
En México el escenario es aún peor. Aquí son siete de cada diez mujeres las víctimas de violencia de género en algún momento de su vida En este 2023, se mantuvo el doloroso promedio de más de diez feminicidios por día.
Los altísimos niveles de impunidad sumados al machismo tan arraigado que históricamente padecemos, se traducen en peligros constantes para buena parte de la población femenina.
La representante de ONU Mujeres en México, Belén Sanz Luque, destacó la magnitud del riesgo que padecemos las mujeres en este país en el que la inseguridad ha alcanzado cifras cada vez más alarmantes. Señaló que la existencia de grupos criminales genera una mayor vulnerabilidad para todas y fue muy clara en la necesidad de apoyar y proteger a las activistas y defensoras de los derechos humanos. Es muy importante fortalecer a las organizaciones de mujeres y feministas, porque son un factor clave para la protección de sus congéneres, así como el avance de políticas, programas y respuestas contra la violencia.
En el mismo sentido se manifestó el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Hizo un llamado global para apoyar a las activistas y fomentar “el liderazgo de las mujeres en todas las etapas de los procesos decisorios”. Pidió escuchar a las sobrevivientes y poner fin a la impunidad de la que gozan muchos de los agresores.
La convocatoria de Antonio Guterres nos incluyó a todos. Fue enfático en plantear que “alcemos la voz juntos”. Y es que se trata de una problemática tan compleja, que no podemos enfrentarla divididos.
En México, se han separado los caminos de quienes defienden a las mujeres desde la sociedad civil y quienes lo hacen desde el gobierno. Las organizaciones que venían ayudando exitosamente a este sector, perdieron los apoyos gubernamentales que requerían para operar. Algunas desaparecieron y otras sobreviven con muchas limitaciones. Eso ha jugado en contra de las niñas y mujeres más lastimadas por la violencia machista. Ellas merecen que haya altura de miras entre quienes toman las grandes decisiones en el país. Requieren de soluciones inmediatas que no atiendan a intereses políticos o electorales. Hay con ellas una deuda que no puede esperar hasta después de la cita con las urnas en junio próximo. Eso sería igual a resignarse a que mueran varias decenas más de aquí a entonces. Basta de indiferencia. Basta de violencia.