A las mexicanas y mexicanos:
De nueva cuenta el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres nos convoca a levantar la voz, pues a pesar de todos los esfuerzos la violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas no cesa; cada vez se torna más cruenta, más aberrante y persistente en todo el mundo.
Y es que el problema es estructural, el asesinato de las hermanas Mirabal simboliza el pasado, el presente y el futuro de las mujeres, por eso es importante no bajar la guardia, seguir avanzando y continuar en esta lucha histórica que, sin lugar a dudas, ha sido la más larga de toda la humanidad.
En el orbe cada once minutos una mujer es asesinada a manos de un familiar y una de cada tres es víctima de alguna forma de violencia. En nuestro país, diez mujeres son asesinadas diariamente, dos son violadas cada hora y los servicios de emergencias reciben casi mil llamadas al día por hechos violentos en contra de las mujeres.
En el hogar, en la escuela, en el trabajo, en la política, en la calle, en el campo, en las ciudades y en el trasporte público las mujeres somos violentadas de diversas maneras, debido a una falsa supremacía masculina que ha sacado provecho de la minusvaloración y explotación de las diferencias entre mujeres y hombres.
Esta supremacía continúa vigente porque se ha introyectado en el imaginario colectivo a través de roles y estereotipos, pero también, porque forma parte de un sistema geopolítico y económico al que le resulta conveniente la cosificación de las personas. Por eso es que, la realidad feminicida desde las “muertas de Juárez” es cada vez más grave y cotidiana.
¿Dónde están las niñas, las jóvenes y las mujeres desaparecidas? ¿Por qué los feminicidas no están en las cárceles en compañía de los tratantes? ¿Qué pasa en las entidades federativas y por qué es más recurrente la violencia en unas que en otras? ¿Por qué siempre tenemos que vivir con miedo y el ambiente deja un rancio hedor a impunidad?
En el Estado de México, en el primer semestre de este año, se registraron 101 feminicidios (la tasa más alta a nivel nacional) y en Nuevo León 79. Por lo que hace a los municipios, de enero a agosto de 2022, Ciudad Juárez, Chihuahua, tuvo el primer lugar con 12 casos; Guadalupe, NL 11; Juárez, NL 10; Valle de Chalco, Edomex 9; y Ecatepec, Edomex 8.
Guanajuato, podría considerarse la entidad de la impunidad, la ineficiencia y la misoginia, pues, aunque reporta una cifra de 15 feminicidios en el primer semestre del año, hubo 300 homicidios dolosos de mujeres, convirtiéndose en la entidad con el mayor número. Es claro que ahí se invisibiliza el feminicidio, que no se encuadra adecuadamente el tipo penal y, por lo tanto, no se aplican las sanciones que corresponden al delito, si es que se aplica alguna.
Y es que las cifras maquilladas o no reportadas por algunas autoridades perpetúan la desigualdad, tolerando lo intolerable, convirtiéndose por acción u omisión en cómplices, dando paso a un tipo más de violencia.
La violencia institucional y la revictimización duelen, dejan huellas profundas y también matan. Los sistemas de procuración e impartición de justicia que excluyen y silencian a las víctimas son el origen y la causa de la violencia hacia las mujeres, la cual en ocasiones las persigue más allá de la muerte. Basta ver sus cuerpos desnudos y mutilados entre la basura y la soledad.
Por eso hoy sólo quiero que paren de una vez por todas las múltiples violencias, que se vaya el miedo y vuelva la esperanza. Que las madres ya no busquen a sus hijas y que las hijas no se queden sin madres.
Activista social
@larapaola1