A las y los mexicanos: Con el objetivo de engañar y confundir a la población han orquestado una campaña de desprestigio hacia el Ejecutivo Federal y la secretaria de energía Rocío Nahle , debido a la decisión de cancelar los “contratos sucios” para la generación de “energías limpias”, de ahí que precisa aclarar que, la administración actual no está en contra de las energías limpias , sino de los actos de corrupción en la industria eléctrica que afectan el interés nacional, razón por la que decidió cancelar los contratos.
1.- Suspender las pruebas pre-operativas de las centrales eléctricas eólicas y fotovoltaicas en proceso de operación comercial y no autorizar más pruebas adicionales, por lo que los nuevos proyectos de energías renovables no podrían interconectarse al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) ni entrar en operación, tiene el objetivo de garantizar la eficiencia, calidad, confiabilidad, continuidad y seguridad del Sistema Eléctrico Nacional, con motivo de la epidemia provocada por el virus SARSCov2 (COVID-19).
Muchos se preguntarán, ¿qué tiene que ver la pandemia con la cancelación de los contratos?, la respuesta es, por un lado de orden técnico, ya que al detenerse la actividad económica con motivo del confinamiento, se detuvo también la demanda de electricidad, lo cual implica que no se puede generar más electricidad de la que soporta la red porque colapsa, y tampoco se puede producir menos porque al bajar el voltaje se detienen las centrales eléctricas, ambos problemas en perjuicio de toda la población, ya que implicaría detener el suministro de electricidad a los hogares, hospitales, centros de abasto y perecederos, etc.
Por otro lado, es de orden jurídico, pues conforme a los inconstitucionales acuerdos tomados por el gobierno donde todo se podía, al bajar el consumo de energía eléctrica, quien tendría que parar sus plantas es la Comisión Federal de Electricidad ( CFE ), que conforme al programa de Despacho por Orden de Mérito, producto de dichos acuerdos, puedan entrar primero a la red de transmisión y distribución de energía eléctrica los productores privados, es decir, son ellos los únicos que ganan y quien pierde es la CFE, además de que no son capaces de cubrir el suministro de energía para toda la población. En este sentido, la determinación de este gobierno es garantizar que la seguridad del suministro energético esté por encima de cualquier interés económico privilegiando la soberanía energética de la Nación.
2.- Los costos económicos para el Estado asociados a los contratos resultan inaceptables, ya que van en detrimento del erario público; en el esquema pactado durante el sexenio anterior con las empresas privadas estas nunca dejan de ganar, al contrario, se prevé que ganen cada vez más bajo el subsidio del Estado.
A través de la figura denominada Respaldo, la CFE debe soportar con energía eléctrica la intermitencia (cortes o bajas) en la producción de energía, ya que las centrales eólicas funcionan solamente con viento y sol, entonces, si estas condiciones no son óptimas o sus plantas necesitan mantenimiento se detienen y, para evitar que baje el voltaje, la CFE debe producir y regalarles la energía, sí leyó usted bien, regalárselas para que puedan seguir produciendo y cobrándola a sus usuarios e incluso revendiéndosela a la CFE. Si la CFE no las subsidia con energía eléctrica, baja el voltaje y se daña el sistema eléctrico nacional, cuya reparación sería costosísima para la Nación.
La CFE además apoya a las empresas privadas suministrando los equipos tecnológicos y el personal operativo para regular los niveles de electricidad; cuando baja la energía eólica y solar, también la CFE absorbe el costo de la regulación secundaria, para lo cual tiene que montar una central eléctrica junto a la eólica o solar, ya que por cada megavatio intermitente que produzcan las empresas privadas la CFE debe poner otro firme para evitar fallas. A los costos anteriores de la CFE se adiciona el de Porteo para trasladar la energía del lugar de generación al de consumo, lo cual puede ser de una entidad federativa a otra.
En suma, el conjunto de subsidios y apoyos para las empresas privadas de acuerdo a diversas fuentes públicas, le cuesta al erario público aproximadamente 160 mil millones de pesos al año, mientras que las empresas privadas solo reciben ganancias, lo cual es a todas luces injusto, particularmente, en la situación económica que se encuentra el país.
3.- Estas energías “limpias” no llegan a donde más se necesitan, ni abastecen a las familias más vulnerables, sino que llegan a otras empresas privadas asociadas que se benefician comprando a precios bajos, mientras que paradójicamente, la CFE tiene que pagarles la energía a precios elevados y además subsidiarlas.
Es evidente que los contratos más sucios que el carbón, están construidos sobre las condiciones antes descritas, debido a los acuerdos entre empresas privadas y funcionarios de administraciones pasadas. Es de subrayar que ni todos los contratos son sucios ni la pretensión es dejarlos a todos sin efecto, tal y como lo ha consignado la autoridad, prevalecerán aquellos que cumplan con las especificaciones técnicas que los doten de viabilidad jurídica para cumplir con su objeto.
La inconformidad no deriva de un valor ecológico o medioambiental, sino del único que conoce la corrupción: el dinero. Se niegan a perder los privilegios y negocios hechos al amparo del poder público con contratos a modo embestidos de una supuesta legalidad que no gozan de un soporte técnico de viabilidad. Por ello, es ahí a donde apunta la transformación de la política energética del gobierno, buscando incrementar la productividad y competitividad a través de acuerdos justos y equilibrados con la iniciativa privada, donde ambas partes tengan beneficios y ganancias razonables.
Si de algo es responsable el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, es de querer proteger la soberanía y seguridad energética de México; es culpable de no ceder en su terquedad de hacer valer el mandato constitucional y de asumir que la rectoría del sector energético corresponde al Estado por ser una actividad estratégica y, por lo tanto, está obligado a su recuperación, porque sólo así las familias de menores ingresos podrán pagar tarifas justas y los hogares de las entidades federativas con climas extremosos reciban cobros justos y no se siga lastimando su economía y calidad de vida.
Los subsidios en la electricidad no son un beneficio para los consumidores sino para las empresas particulares, por ello es urgente terminar con estas prácticas de saqueo urdidas bajo artificios legaloides. El gobierno actual -como lo anunció- dará la pelea en los tribunales para demostrar que las medidas que dictó son razonables porque el interés de un particular no puede estar nunca por encima del interés de la Nación; la soberanía energética y económica no se tramita por la vía de la burocracia administrativa ni está en subasta.
No podemos pasar por alto que durante los dos sexenios anteriores se le entregó prácticamente el 50 por ciento de la generación de energía eléctrica del país a las privadas transnacionales, para lo cual se subutilizó a la CFE y se hizo todo lo posible para su desmantelamiento; no debemos olvidar que en dicho periodo de tiempo el Estado decidió comprarle a estas empresas privadas la energía a costos elevadísimos, simplemente de acuerdo a los datos del órgano de fiscalización, en 2009 se les pagó por la electricidad 269 mil millones de pesos, eso explica por qué los contratos fueron signados hasta el 2040.
Precisamente, para eso llegó Rocío Nahle a la Secretaría de Energía, para acabar con el huachicoleo de gasolina y luz, para transformar, estabilizar y reactivar el sector energético del país; llegó para revertir los efectos devastadores de la reforma energética que solo provocó la caída de la producción petrolera, el aumento de la importación de gasolinas; llegó para construir nueva infraestructura y producir combustibles, para no aumentar las tarifas eléctricas y de combustibles por arriba de la inflación; llegó para ponerle un alto a la corrupción y a la impunidad; llegó para evitar que se siguiera robando a México.
Refrendo lo que escribí hace unos meses, Rocío Nahle es una mujer de carácter firme, no le tiembla la mano para tomar decisiones, tiene una gran capacidad de conciliación y sensibilidad política, es valiente, estudiosa y comprometida. Hoy, además señalo enfáticamente que, es una mujer honesta.
La secretaria Nahle ha demostrado durante su administración que sabe lo que hace, ha dado pasos certeros, ella a diferencia de los extitulares de esa dependencia no llegó para administrar el saqueo de la Nación, ni es una empleadilla de las trasnacionales, sino que tomó el control del sector para dirigirlo hasta llevarlo a buen rumbo. El desempeño de Rocío Nahle en las negociaciones de la OPEP fue ejemplar, dio muestra de nacionalismo y de firmeza, dejó en alto el nombre de México y constancia clara de la capacidad de las mujeres en un área reservada durante décadas a los hombres.
Está llevando puntualmente la política energética que diseñó el presidente de la República, el cual apuntala el proyecto de Nación, al que mayoritariamente le apostamos las y los mexicanos.
Ha sido objeto de difamaciones y calumnias porque es mujer, porque no les va a devolver la gallina de los huevos de oro y porque ella sí hace lo ética y jurídicamente correcto; emprendieron en su contra una vulgar campaña de descalificaciones que la secretaria de Energía ha enfrentado y desmentido públicamente de cara a la sociedad. Aunque algunos medios se nieguen a publicar sus declaraciones y les den voz y tinta a quienes la señalan sin fundamento, debe quedar en claro que Rocío Nahle ni beneficia a compadres ni tiene por qué quitarse el casco y las botas; sus hijas estudian en el Tecnológico de Monterrey porque fueron merecedoras de una beca por su alto rendimiento académico, y si no la hubieran obtenido, ¿cuál es el problema?
A la “leona” de la OPEP, como la describieron diversas agencias internacionales por el éxito de sus negociaciones, le sobran tamaños y le gusta devorar a huachicoleros y corruptos, ¿cuál es el problema?
Más temprano que tarde, el pueblo de México sabrá de cierto que las calumnias de las que la secretaria de Energía ha sido objeto, son tan sucias como los contratos y las conciencias de esos mercenarios disfrazados de ambientalistas.
Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.