A las mexicanas y mexicanos: A principios de la década de los 90 del siglo pasado, Mario Vargas Llosa tuvo que salir literalmente huyendo de México luego de lanzar una sentencia que hasta hace muy poco tiempo seguía resonando en los pasillos del poder: “México es la dictadura perfecta”. La alusión era a la permanencia del PRI en el poder, por más de siete décadas de manera ininterrumpida, y el presidencialismo exacerbado que prevalecía.

Tres décadas después de esa dolorosa afirmación, hecha a los propios mexicanos, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la mayoría de Morena en las Cámaras del Congreso han puesto el último clavo al ataúd del presidencialismo mexicano, con el envío, y aprobación, de una iniciativa para establecer en la legislación mexicana la revocación de mandato de los presidentes en turno.

Una forma en que se solía ilustrar la fuerza omnipresente y omnipotente del presidente de México en turno se refería a un hipotético escenario en el que el jefe del Ejecutivo de la era del presidencialismo contumaz le preguntaba a uno de sus secretarios del gabinete: ¿Qué hora es? Y el subordinado, temeroso de no fallar en la respuesta, le respondía de inmediato: “Las que usted ordene, señor presidente”.

Esos tiempos, por fortuna, han quedado atrás y, como lo ha dicho en múltiples ocasiones López Obrador, ahora es el propio pueblo el que pone y quita. A mitad de mandato los mexicanos en edad de votar podrán decidir si el Ejecutivo Federal en turno sigue gozando de confianza para mantenerlo en el cargo o quitarlo.

Se trata de una de las expresiones de participación ciudadana sin parangón en la historia política de México. Tan sólo hay que recordar que el presidencialismo mismo, según los historiadores, había estado presente desde que nuestros ancestros asumieron el republicanismo y el federalismo como sistema de gobierno.

De acuerdo con la recientemente aprobada Ley Federal de Revocación de mandato, norma secundaria de la fracción IX del artículo 35 constitucional para regular y garantizar el ejercicio del derecho político a solicitar, participar y votar por la revocación de mandato del presidente de la República, mediante sufragio universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible, en marzo de 2022 los mexicanos votarán por mantener o no a López Obrador en la Presidencia de la República.

El principal argumento en contra por parte de la oposición es que la consulta de revocación de mandato del presidente sólo le permitirá a López Obrador ganar mayor popularidad y apoyo ciudadano de cara a las elecciones presidenciales del 2024.

¿Estás de acuerdo en que a (Andrés Manuel López obrador) presidente/a de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”. Muchos ya anticipan el resultado.

¿Cómo sería México si esta figura hubiera existido desde hace décadas? ¿Qué tipo de gobernantes hubieran llegado al poder y quiénes hubieran terminado su mandato?

Los alcances de esta figura, al igual que las elecciones, trascienden la esfera electoral, pues llevan implícita la exigencia de transparencia y rendición de cuentas de las acciones gubernamentales, imponiéndose a las pocas voces sesgadas que toman por asalto a la opinión pública.

La transformación de régimen político mexicano descansa sobre la premisa de que el empoderamiento de la ciudadanía es el camino de la democracia.

Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.
@LaraPaola1

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