Al pueblo de México
: La guerra forma parte de la cultura de la humanidad, es tan antigua como nuestra especie. "Los neolíticos no inventaron la guerra. Los cazadores recolectores del Paleolítico o del Mesolítico ya combatían", afirma Jean Guilaine; sin embargo, otros expertos señalan lo contrario, la guerra nace a la par de las primeras civilizaciones como resultado de la competencia entre éstas.
Al respecto, es importante precisar que más allá de los orígenes de la guerra, habría que hacer algunas distinciones, más allá del momento preciso de su origen, queda claro que no es una cultura de la humanidad, sino de una parte de la humanidad, porque es evidente que las niñas, los niños y las mujeres no han sido artífices ni partícipes de las guerras que han sucedido a lo largo de la historia, su rol ha sido constreñido al de víctimas .
Para saber la verdad sobre las guerras, ésta tendría que ser narrada por la niñez y las mujeres. Basta con escuchar hoy los relatos de las y los niños sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial y que 77 años después siguen padeciendo los horrores y tormentos de una infancia robada.
Dejemos a un lado las disputas por el poder y los mercados , olvidémonos de ideologías y de bloques dominantes y pongámonos un momento en sus zapatos para entender cómo se vive una niñez entre el estruendo de los bombardeos, en la oscuridad de los sótanos, sin comida, sin juguetes, entre los escombros, el pánico y la orfandad.
Pensemos en las mujeres que desde la más tierna infancia sus cuerpos son utilizados como otro campo de batalla en el que se libran venganzas crueles para ejercer dominación.
Tal y como Angelo Nero, escribe en su articulo La guerra (olvidada) contra las mujeres, los relatos sobre la guerra en voz de las mujeres son devastadores, tal y como lo documentó Hernán Zin, “el maltrato del cuerpo de la mujer como a rma de guerra viene siendo una criminal pandemia repartida en todo tiempo y lugar en la patriarcal historia de la humanidad”. Es importante recordar el testimonio de Denis Mukwege, ginecólogo del Congo que, en 2018, recibió el premio Nobel de la Paz por su trabajo en la región devastada por la guerra de Kivu, “si esto continúa es porque el mundo guarda silencio. Cuando todas las mujeres del mudo entiendan que sus compañeras están siendo destruidas y eliminadas sin razón, se rebelarán y dirán: no a las atrocidades cometidas contra las mujeres, no a las violaciones, no a la tortura de mujeres por intereses económicos. Entonces, los hombres bajarán la cabeza”. Él trató a más de 50 mil mujeres y niñas violadas y fue amenazado de muerte por denunciarlo.
Existen estimaciones de que hubo 20 mil mujeres violadas en la guerra del Congo, 60 mil en la guerra civil de Sierra Leona, 40 mil en Liberia, 60 mil en Yugoslavia y cientos de miles más en Uganda, Colombia, Afganistán donde ahora mismo hay más de un millón de niñas y niños desnutridos en riesgo de morir de hambre, mientras el comercio ilegal de órganos los asecha para comprarlos o secuestrarlos, y venderlos completos o en partes como si fueran una mercancía; Etiopía, Kurdistán y ahora en Ucrania.
Es cierto que hay muchos civiles muertos y que han sido objetos de crímenes de guerra, pero los cometidos contra las civiles han sido invisibilizados, olvidados y dejados en la impunidad, casi siempre por las omisiones, desdén y pasividad de las autoridades mundiales y de los líderes internacionales. La mujer como campo de batalla y la cosificación de las niñas y niños deberían ser considerados como uno de los mayores crímenes de lesa humanidad.
Más de 5 millones de ucranianos han huido del país invadido desde que estalló el conflicto el pasado 24 de febrero, a lo que se suman otros 7 millones de desplazados internos, según cifras de la ONU, que alertó sobre el peligro real de trata de personas que sufren en estos momentos miles de mujeres ucranianas y niños huérfanos que están huyendo de la invasión rusa y que son el objetivo principal de las mafias. De acuerdo a Ilias Chatzis , jefe de la lucha contra la Trata de Personas de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), en una entrevista concedida a Efe en Viena, "existen bandas criminales que han explotado a ucranianos en el pasado y es muy probable que se activen y vuelvan a explotar ahora".
Se estima que miles de niñas y niños viajan solos en su salida de Ucrania, "el riesgo [...] no es tanto el cruce de las fronteras en sí, porque la Unión Europea y otros países (vecinos de Ucrania), como Moldavia, han adaptado sus políticas a las necesidades del momento. El problema es lo que sucede después […] las mafias internacionales de la trata necesitan tiempo para reclutar personas, forzarlas a prostituirse o a cualquier otra forma de explotación", por lo que el problema empezará a empeorar en las próximas semanas y meses.
La violencia contra las mujeres en situaciones de guerras o desplazamientos masivos incluye a las mafias que operan con redes de trata con fines de explotación laboral o sexual, lo cual no podemos pasar por alto.
Sobre la gravedad de lo que está ocurriendo, platicaba con mi amiga la diputada federal Susana Sumelzo, presidenta de la comisión para la unión Europea del parlamento Español, ya que esta semana se reunió la asamblea del consejo de Europa en Estrasburgo y se trataron estos temas. Ambas compartimos nuestra preocupación y decidida convicción de ponerle voz a este drama humano que atenta contra los derechos humanos, en todos los espacios y cada momento, denunciaremos lo que les ocurre a las mujeres, a las niñas y a los niños en Ucrania, en los conflictos bélicos, en los desplazamientos, al cruzar las fronteras, al interior de las naciones y en el mundo entero.
Unamos nuestras voces y exijamos cese al fuego. Nada justifica una guerra, ningún interés económico, político, territorial o religioso puede estar por encima de la vida y la dignidad humana .
Activista social
@larapaola1
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