A las mexicanas y los mexicanos: En América Latina durante los últimos cuatro años la derecha ha sido reemplazada por los gobiernos de izquierda. El triunfo de Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil, tiene una dimensión geopolítica trascendental para la región y una importante repercusión en los equilibrios regionales.
La reconfiguración de liderazgos tiene diversas causas, una de estas es el hartazgo y la irritación generalizada a los gobiernos neoliberales y sus excesos, pero también la legítima aspiración de poner fin a las desigualdades existentes que impiden a las mayorías gozar de los beneficios del desarrollo; aunque no podemos pasar por alto que el giro hacia la “oposición” se debe a los diversos temas que se impulsan en las agendas, los cuales pertenecen a históricas causas sociales que en nuestros días han recobrado visibilidad.
La suma de estas y otras razones ha llevado a la ciudadanía a votar por la alternancia, lo que coloca a los países de la región cada vez más cerca de las democracias más modernas y avanzadas, ya que cada sufragio es un voto contra el hambre, la pobreza, la destrucción del medio ambiente y la supremacía de los capitales por sobre las personas, y es también una exigencia de empleo, de seguridad social, de educación, de servicios de salud dignos y de calidad.
Y en esa suma de causas y demandas es que el nacionalismo, la democracia, la libertad, el humanismo y el bienestar se erigen como las grandes metas que deben ser alcanzadas después de décadas de exclusión y discursos vacíos por parte de los representantes de la derecha, quienes entremezclaron el poder político y económico para beneficio propio y de unos cuantos.
México, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia Chile, Argentina y Brasil viraron hacia la izquierda, cada nación con sus propios contextos, ideales y formas está ahora ante la gran oportunidad de rediseñar un proyecto común que exprese con claridad esa pluralidad que hace tan rica a nuestra región. Las cinco principales economías de América Latina estarán gobernadas por primera vez por la izquierda, lo cual es inédito; Lula, en Brasil; Petro, en Colombia; Andrés Manuel, en México; Fernández, en Argentina, y Boric, en Chile, tienen grandes retos por delante e importantes oportunidades para cambiar la historia de este y otros continentes, porque los une la lucha por la igualdad y la justicia.
Hoy, América Latina tiene la gran oportunidad de convertirse en una región sostenible, respetuosa a los derechos humanos, desarrollada y moderna, por lo que los esfuerzos y las decisiones deben ser conjuntas, a partir de bases legales sólidas, legales y legítimas que sean capaces de soportar la transformación en beneficio de los pueblos. Lo que, desde luego, conlleva profundas reflexiones sobre el papel del Estado y su necesaria participación como agente económico, rector y regulador, a fin de revertir los graves problemas que trajo consigo la desmedida apertura de los mercados y proteger así las economías nacionales y populares.
Generar dinamismo y desarrollo en la región, así como establecer la paz y la justicia social, requiere de una estrategia conjunta, coordinada, respetuosa de la autodeterminación de los pueblos y solidaria con las causas comunes, en donde las personas estén en el centro de las decisiones. Una estrategia que consolide a la Nueva América Latina que anhelamos y nos merecemos.
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, Qatar 2022 y muchas opciones más.
@larapaola1