A las mexicanas y mexicanos: El 8 de marzo de cada año siempre nos lleva a hacer diversas reflexiones, porque la revolución de las mujeres es larga, duradera, continuada e inconclusa. Han sido muchos lo retos que como género hemos enfrentado, los estereotipos que nos hemos sacudido, y muchas las libertades y derechos que hemos conquistado; sin embargo, el dolor acumulado, la sangre derramada y las vidas perdidas, también han sido muchas.

La realidad de las mujeres a través de la historia revela que no basta con reconocer derechos en las leyes y establecer principios, sino que el Estado debe garantizar su accesibilidad y ejercicio pleno. Cuando esto no sucede las luchas sociales se tornan interminables como ha sido la de las mujeres.

Una lucha en contra de la opresión, de la discriminación, de la desigualdad, de la injusticia, de la invisibilidad, de la exclusión y de la violencia para lograr establecer la igualdad sustantiva, desarrollar todas nuestras potencialidades y vivir una vida digna.

Las mujeres somos diversas, tenemos diferentes maneras de ser humanas, y son precisamente esta formas de ser las que no han costado tanto porque nos resistimos a encajar a la perfección en los moldes culturales, sociales, jurídicos, económicos y religiosos, que el andocentrismo construyó para nosotras.

Nuestras antepasadas los rompieron y ahora a las nuevas generaciones nos toca construir los propios con libertad y autonomía. Para ello, desde mi punto de vista, al menos es necesario pasar por diversos etapas: consciencia de mi ser mujer, consciencia de género, y consciencia de mis capacidades, objetivos y metas. Las cuales deben apuntar al empoderamiento personal, familiar, social y económico.

Entiendo que desafortunadamente, debido a las circunstancias de millones de mujeres, pasar por estas etapas para alcanzar el empoderamiento como proceso de vida, es mucho más complicado, incluso, pareciera imposible, la pobreza, el analfabetismo, el miedo, la falta de salud y muchas otras barreras, se los impiden. Por eso es que es tan importante la consciencia de género y poder ayudar a otras mujeres.

La revolución femenina es la suma de las revoluciones que cada mujer tiene en su ámbito particular, cada quién hace la revolución desde su trinchera, a su ritmo, en su tiempo y a su manera.

No sólo las feministas, las políticas y las mujeres organizadas en colectivos u organizaciones civiles damos la batalla. No, esa lucha permanente y continuada la dan también las mujeres que no se rinden, las que se resisten, las que cuestionan, las que se atreven, las que denuncian, las que lo soportan todo para que el destino de sus hijas y nietas sea diferente, las desaparecidas, y las que ya no están con nosotras por razones naturales o debido a la cruel mano feminicida que nos las arrebató; incluso, la revolución también la hacen quienes permanecen sumisas en sus moldes impuestos porque desde su realidad, forman parte de ese contexto que nos permite entender con mayor claridad para qué y por qué luchamos. Todas las mujeres somos parte de una misma revolución.

Por eso es que el 8M y su marco, es una buena oportunidad para mirarnos, escucharnos, celebrarnos, reconocernos, admirarnos, solidarizarnos y sentirnos orgullosas de formar parte de los 64 millones 540 mil 634 de mujeres mexicanas que formamos parte de este país.

Somos las que somos y como somos, por eso …nos queremos vivas; exigimos justicia; sabemos que la prostitución forzada no es trabajo, es explotación; decimos que los vientres no se alquilan; exigimos para todas las mujeres, todos los derechos; no somos histéricas, somos históricas; tenemos claro que no venimos de su costilla, ellos vienen de nuestro útero”; el miedo se volvió fuerza; nos hicieron creer que somos rivales porque juntas somos invencibles; tenemos derecho a vivir una vida plena, libre de violencia y feliz....

Activista social

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