Es verdad que el futbol acerca a las naciones y hermana a una parte de la humanidad, la nobleza de las justas deportivas no está en duda, 32 países de los 4 continentes participaron en el Mundial de Qatar 2022, lo que es digno de celebrarse. Sin embargo, una vez terminada la competencia, es importante reflexionar sobre los negocios deportivos y los que se realizan en torno al deporte, porque no podemos soslayar que la industria del futbol en el orbe sirve de plataforma a diversos propósitos, muchos de ellos inimaginables.

¿Por qué Qatar?, es una de las grandes interrogantes, si hasta hace apenas un lustro había sido un país acusado de financiar y proteger terroristas, lo que le mereció un intenso bloqueo comercial. Señalamiento que, por cierto, fue pasado por alto por sus principales inquisidores, quienes se sentaron a disfrutar del espectáculo junto a la clase política qataríe; unos y otros sin aparentes recelos.

¿Por qué Qatar? Si ha sido reiteradamente acusado por la ONU y la comunidad internacional por sus flagrantes violaciones a los derechos humanos, particularmente de las mujeres, las niñas y las personas migrantes.

¿Por qué Qatar ? Si las acostumbradas celebraciones de los aficionados serían acalladas por la ley y la religión de ese país.

Sin importar estos y otros cuestionamientos Qatar fue la sede del mundial y de grandes negocios que van desde el gas hasta los medios de comunicación, incluido desde luego, el futbol. Sin lugar a dudas, la sede y el mundial mismo merecen un acucioso análisis geopolítico y económico; basta referir el breve pero contundente reportaje de BBC News Mundo que revela a detalle una parte de lo que hoy sucede ahí y de lo que casi nadie quiere hablar.

Es uno de los diez países más ricos del orbe, tuvo un desarrollo exponencial a partir de 1971 debido a sus yacimientos y reservas de gas, lo que le permitió aumentar su Producto Interno Bruto 45 mil por ciento en tan solo medio siglo. No obstante, y aunque las cifras oficiales digan lo contrario, existen desigualdades lacerantes; la pobreza ha sido invisibilizada y los pobres marginados en el traspatio de la modernidad, ahí donde se abandonan los utensilios inservibles y se construyen cuartuchos miserables donde viven hacinadas entre cobijas y literas al menos media docena de personas migrantes en cada uno.

Qatar tiene aproximadamente tres millones de habitantes, de los cuales 10% son qataríes, y unos 2 millones 250 mil son extranjeros, fundamentalmente originarios del sureste de Asia (Nepal, Bangladesh, Pakistán, entre otras regiones), inmigrantes explotados desde antes de abandonar sus países de origen, pues muchos pagaron una cuota de contratación a sus reclutadores de entre 500 y 3 mil 500 dólares para poder trabajar y enviar dinero para sus familias.

A pesar de las forzadas reformas legislativas las personas trabajadoras migrantes todavía dependen de sus empleadores para facilitar la entrada, residencia y empleo en ese país, lo que significa que están a merced de sus empleadores, a tal grado que su documentación es retenida y pueden ser sujetos a múltiples acusaciones penales que los coloca en una mayor subordinación y vulnerabilidad.

Existen numerosas denuncias documentadas por medios de comunicación y diversas organizaciones internacionales sobre insultos, bofetadas, abuso sexual, explotación laboral y muertes de las que fueron objeto las personas trabajadoras migrantes y que han sido subestimadas por las autoridades qataríes.

La ganancias derivadas antes, durante y después del mundial para Qatar y otras naciones, la FIFA, las selecciones de fútbol y varias transnacionales son inmensas, rebasan lo que cualquiera de nosotros podría imaginar y la capacidad de muchas calculadoras.

Pero, también, los déficits son inconmensurables y se encuentran, por mucho, fuera de los límites de lo humano. El diario británico The Guardian reportó que 6 mil 500 trabajadores migrantes murieron en Qatar desde 2010, cuando se le otorgó la sede del Mundial, aunque las autoridades lo negaron. Por su parte la Organización Internacional de Trabajo (OIT) señaló que el país no cuenta como vinculadas al trabajo las muertes por ataques cardíacos o insuficiencia respiratoria, síntomas comunes de insolación y cargas pesadas bajo altas temperaturas, por lo que calcula que solamente el año pasado murieron 50 trabajadores, más de 500 resultaron gravemente heridos y más de 37 mil sufrieron lesiones leves.

El Mundial de Qatar está en deuda con la humanidad, un evento que lleva a cuestas corrupción para ganar la sede, sospechas de sobornos a la clase política europea, el impulso de una guerra, personas trabajadoras que dejaron la vida en las obras, trata de personas disfrazada de empleo, violencia e invisibilidad hacia las mujeres y quien sabe cuántas felonías más yacen bajo el césped donde rodó el balón que reunió a las mayorías y enriqueció a las minorías. Para no acrecentar esa deuda, tendrían que perdonarle la vida Amir Nasr-Azadani y no ser ejecutado a sus 26 años por apoyar los derechos de las mujeres y sus protestas. Todas lasnaciones deberían exigir su cuerpo con vida y darle refugio, para no ser cómplices de su sentencia.

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Paola Félix Díaz-Activista Social
@larapaola1

 

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