A las mexicanas y los mexicanos: Uno de los principales compromisos de la Dra. Claudia Sheinbaum es hacer de México “una potencia mundial en ciencia”. Por eso habrá en la Administración Pública Federal una nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, lo que confirma su convicción de asumir estas materias como una política de Estado a fin de vincularlas con áreas prioritarias y sectores estratégicos de nuestro país.
Desde esta óptica, no tengo la menor duda de que el segundo piso de la Cuarta Transformación será para consolidar derechos sociales y sentar las bases del desarrollo económico de México.
La inversión en ciencia, tecnología e innovación evitará que sigamos dependiendo del exterior y garantizará la independencia, soberanía y seguridad nacionales. Lo cual implica la decidida participación de los sectores público, privado y social para lograr el impacto deseado en beneficio de los diferentes sectores de la economía, de todas las regiones del país y, desde luego, del pueblo mexicano.
El desarrollo científico y tecnológico es un detonador del bienestar, pues permite acceder a diversos bienes, servicios y satisfactores necesarios para una vida digna. Por ejemplo, en el ámbito de la salud la tecnología presenta una oportunidad para mejorar la eficiencia del sistema, optimizar los recursos públicos, implementar expedientes clínicos digitales para brindar un mejor nivel de atención, así como contar con una política farmacéutica nacional que ponga en su centro el acceso gratuito y efectivo de medicamentos.
Es urgente fortalecer la inversión destinada en tecnologías de la información y la sustitución de equipo médico de última generación, así como contar en todo el país con métodos y tecnología de detección oportuna, ágil y adecuada para tratar enfermedades crónicas desde sus primeras etapas, a fin de garantizarles a las y los mexicanos más años de vida saludable.
La ciencia y la tecnología también contribuirá a promover la producción nacional de bioinsumos y plaguicidas más amigables con el medio ambiente, lo que se traducirá en mejores productos agrícolas para consumo interno y de exportación.
Será fundamental para modernizar los instrumentos del gobierno para gestionar sus procesos en un ambiente digital en un menor tiempo, que genere ahorros, aumente la transparencia y una mejor rendición de cuentas, particularmente en materia de compras públicas.
Por otro lado, el desarrollo tecnológico permitirá mejorar la recaudación a través de nuevos mecanismos que combatan la elusión y la evasión fiscales de forma coordinada con las entidades federativas, y facilitar a las y los contribuyentes el cumplimiento de sus obligaciones.
Los beneficios serán tangibles y fortalecerán la transición energética asegurando el correcto funcionamiento del sector y redireccionarlo hacia un futuro real y genuinamente sostenible.
El desarrollo científico y tecnológico será una base firme para la adecuada gestión de los recursos hídricos, así como mejorar la seguridad ciudadana y nacional.
La ciencia, las humanidades, la tecnología y la innovación mejoran la democracia, contribuyen al bienestar cotidiano de la población, particularmente de las más vulnerable, y es un elemento insustituible del desarrollo económico y social.
Si hoy México es la doceava economía del mundo, cuando sea una potencia científica estaremos hablando de una realidad diferente, de un país de grandes oportunidades y de un pueblo próspero e igualitario, cuya deuda histórica habrá sido saldada.
@larapaola1