A las mexicanas y mexicanos: Durante la pandemia por Covid-19 los niveles de participación laboral de las mujeres retrocedieron significativamente, debido a la suspensión de actividades no esenciales. En este periodo los focos de alarma se prendieron en todo el mundo, ya que la crisis sanitaria y económica golpeaba con mayor fuerza a las mujeres, convirtiéndose en una crisis de género que trajo consigo otras pandemias como la violencia, la discriminación, la exclusión y la pobreza por razones de género.
Basta señalar que, de acuerdo con el Inegi, como consecuencia de la contingencia se presentó en México un aumento de 2.7 millones de mujeres en la población no económicamente activa, lo cual se explica tanto por el cierre de empleos como por el confinamiento de las niñas y niños, quienes estudiaban desde casa, lo que orilló a las mujeres a dejar sus fuentes de ingreso para acompañarles.
En este escenario resultan sumamente relevantes los datos publicados esta semana de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) al cierre del cuarto trimestre del año pasado, los cuales revelan que el empleo femenino en México alcanzó su mayor tasa en la historia, ya que la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral del país, tanto formal como informal, ascendió a 46.3%; mientras en el ámbito urbano fue de 50.1%.
Esto significa que de los 1.4 millones de personas que incrementaron la población económicamente activa en el cuarto trimestre de 2022 respecto al mismo periodo de 2021, 1.2 millones fueron mujeres y 200 mil fueron hombres.
Destaca que el aumento del empleo se concentró en el comercio, particularmente en la industria manufacturera, en restaurantes y servicios de alojamiento, lo que da cuenta de una pujante reactivación económica, gracias al esfuerzo de los sectores público y privado.
El repunte de las mujeres en el mercado laboral es fundamental, ya que este crecimiento aumenta su nivel de autonomía, redunda en una mejor calidad de vida y, en consecuencia, en menores índices de violencia. Además, presenta también diversas ventajas a nivel nacional debido a una mayor contribución al producto interno bruto.
De ahí que resulta fundamental que, quienes representan al menos el cincuenta por ciento de la fuerza laboral, se desarrollen en igualdad de circunstancias, sin que medien desventajas salariales y de ningún otro tipo, pues ello, contribuye no solo a su empoderamiento y desarrollo personal, sino también a la economía familiar y nacional.
Los datos de la ENOE nos indican que vamos por buen camino y que es momento de redoblar esfuerzos para alcanzar la igualdad sustantiva, lo que implica, entre otros aspectos, dejar de encasillar a las mujeres en ciertos tipos de trabajos, debido a roles prestablecidos, posibilitar su ascenso y respetar todos sus derechos, incluidos los relativos a la maternidad.
Así que hablando de mujeres y empleos, es necesario consolidar el conjunto de reformas laborales emprendidas por esta administración, por ejemplo, en beneficio de las trabajadoras de hogar, la eliminación de la subcontratación y la reducción de la brecha salarial, así como el significativo aumento del salario mínimo que a finales de 2018 era de 88.36 pesos y en 2023 es de 207.44, es decir que en tan solo cuatro años ha aumentado 134.76%, lo que coloca a México por encima del promedio de América Latina, ubicándose en el séptimo puesto.
La clase trabajadora hoy está en el centro de las decisiones y la transformación del régimen político, lo que se refleja en el bienestar del pueblo.
Activista social. @larapaola1