A las mexicanas y mexicanos: Los acuerdos alcanzados y anunciados el pasado lunes entre sindicatos, empresarios y el gobierno, en materia de subcontratación y reparto de utilidades en beneficio de toda la clase trabajadora es de celebrarse, ya que permitirá equilibrar las inequidades existentes.

Transcurrieron cuatro meses de diálogos para alcanzar un consenso de las partes involucradas, a partir de la Iniciativa que el Ejecutivo envió al Congreso para reformar la Ley Federal del Trabajo, que eliminaba por completo la subcontratación (outsourcing). Ahora, sólo se permitirá el outsourcing para los “servicios especializados distintos del objeto social y de la actividad económica preponderante de la empresa”, en cuyo caso, las agencias de colocación deberán inscribirse en un padrón y hacerse responsables en caso de incumplir la ley. Además, se anunció un aumento de 135 por ciento al reparto de utilidades; es decir, del monto que las empresas deben pagar a las y los trabajadores por sus ganancias. En lo que hace al personal no especializado, las empresas tendrán un trimestre para integrarlo a la nómina.

Ganar, ganar…
Ganar, ganar…

Con esta reforma, no sólo se saldará una vieja deuda con la clase trabajadora, también se saldará otra con una gran parte del sector empresarial, porque los acuerdos logrados benefician a ambas partes.

Ganan las y los trabajadores porque ya no serán objeto de subcontrataciones abusivas bajo un régimen de salarios bajos y sin derecho al reparto de utilidades, aguinaldo, incapacidades, servicios de salud, jubilación, créditos para vivienda y estabilidad en el empleo. Se pondrá fin a esas “malas costumbres” de la burguesía neoliberal de contratar, correr, pagar, recontratar y tratar a quienes les prestan servicios laborales como se les da la gana, sabiendo que están en una posición de necesidad, indefensión y vulnerabilidad.

Ganan los verdaderos empresarios porque la subcontratación abusiva abarata la mano de obra y genera una competencia desleal para empresas que sí cumplen con sus obligaciones patronales y fiscales, ya que por sus costos de producción no pueden competir en el mercado con las mismas ventajas de quienes “se ahorran” el cumplimiento de sus obligaciones.

Gana México porque al aumentar las utilidades y desprecarizar el salario, aumenta la productividad de las empresas y mejora la competitividad de éstas y de la mano de obra, lo que se traduce en un incremento en el PIB, en el ingreso per cápita y en la capacidad de consumo, lo que en conjunto permite combatir la pobreza y detonar el desarrollo económico del país.

Ganamos todas y todos porque al prohibir y castigar con severidad los esquemas de contratación que buscan evadir al Fisco y las cuotas patronales correspondientes, así como simular operaciones emitiendo facturas falsas, existirá una mayor recaudación del Estado para invertir en infraestructura, mejorar los servicios públicos e incrementar los beneficios de los programas sociales.

En este sentido, los acuerdos para dar paso a una reforma que tenga como objetivo regular con justicia al mercado laboral, son la base para edificar un nuevo pacto social en donde nadie pierde. Un pacto sin víctimas ni victimarios, sino con mexicanas y mexicanos dispuestos a invertir, trabajar y producir para sacar adelante a México y lograr mejores condiciones de vida y bienestar para sus familias.

Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX;
activista social y exdiputada federal.

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