Al pueblo de México: Los ideales y la lucha permanente por la transformación del país, con la infalibilidad de rechazar a los gobiernos impuestos a la sociedad, innecesarios y nocivos para luchas incansables por recuperar la autonomía, la libertad, la soberanía y la dignidad de la Nación, fue la convicción de un soñador incansable y el anhelo de todo un pueblo.
Un revolucionario que dedicó más de tres décadas de vida a luchar por la emancipación de la humanidad, utilizando como herramienta la prensa para enfrentar la dictadura de Porfirio Díaz. Un ideólogo que, hasta sus últimos días, luchó por la justicia y la libertad.
Ricardo Flores Magón tuvo una vida y abrazó una lucha que no es distante ni distinta de lo que actualmente enfrentamos contra el conservadurismo y la derecha, que por décadas han demeritado a la sociedad para subyugarla a sus intereses.
Un hombre que en 1905 fundó la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (JOPLM) encargada de coordinar a los diversos clubes liberales tanto en México como en Estados Unidos y que perfiló un documento que se convirtió en uno de los más influyentes de la Revolución Mexicana.
Documento que establecía que, una vez derrocada la dictadura “perfecta” como la que se vivió en México por más de 80 años, se instituiría la no reelección del presidente, se haría obligatoria la educación básica, se reglamentaría una jornada laboral de ocho horas, un salario mínimo para los trabajadores y se brindarían tierras de cultivo a los campesinos.
El movimiento de Regeneración Nacional que impulsó Flores Magón a través de su diario, fundado en 1900 denominado Regeneración, fue un medio independiente desde donde combatió la corrupción del sistema judicial del régimen dictatorial de Porfirio Díaz, lo que provocó su encarcelamiento, aunque su lucha continuó más allá de las rejas.
Sus escritos en diversos diarios importantes de la época y su propuesta de país fueron fundamentales para la formación de la conciencia política y social de quienes participaron en la lucha armada de 1910. Tras el estallido de la revolución antirreeleccionista, su JOPLM llamó a sus simpatizantes a sumarse a los levantamientos armados para emprender una revolución social y económica completa.
Estas ideas parecían demasiado radicales a los ojos de los revolucionarios en armas, y por supuesto de los conservadores y neoliberales que heredaron los gobiernos subsecuentes. Para los hermanos Flores Magón y sus correligionarios fue difícil influir en el curso de la Revolución Mexicana que, a pesar de la sangre derramada, nos dejó gobiernos al servicio del poder y del dinero.
Hoy la historia es diferente, la transformación es pacífica y sus propósitos son similares a los de aquellos años, ya que la justicia social sigue siendo la meta. La marcha del 27N fue la confirmación de que la mayoría quiere seguir por la ruta de la trasformación que representa el actual gobierno.
Las mexicanas y mexicanos de hoy son herederos legítimos de las luchas independentistas y libertarias, obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y maestros, siguen pugnando por una patria para todas y todos.
El legado de Flores Magón es la transformación, por eso dejó en su epitafio mucho más que un recuerdo, de un loco ―dijo―, como lo llamaron sus enemigos, pero jamás de un cobarde o traidor a sus ideales. Un legado que ha entendido a plenitud el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador y que ha hecho valer para beneficio del pueblo de México.