Es verdad lo que ha dicho el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el próximo domingo hay que salir a votar y hacer una fiesta cívica con el “objetivo de hacer valer la democracia”. Lo que significa ejercer nuestro derecho a influir en el futuro del país y, por lo tanto, en el futuro de nuestras familias y en el nuestro propio.
Son las elecciones intermedias más importantes de la historia, no sólo porque se renovarán 15 gobiernos estatales, la Cámara de Diputados, 30 Congresos locales y 1,926 Ayuntamientos y Juntas Municipales, es decir 21,383 cargos de elección popular; sino porque están en disputa dos proyectos de país con sus propios movimientos sociales.
Infundir miedo para no salir a votar ha sido una estrategia utilizada por las fuerzas opositoras al gobierno actual; de ahí que la violencia perpetrada en contra de las y los candidatos, se ha exacerbado en algunos medios de comunicación, y secundada además por un discurso de odio polarizante, que remata con infundado temor a los contagios por Covid-19.
No es que haya que minimizar los homicidios, atentados y secuestros de los que han sido víctimas quienes participan en la contienda electoral, sino que hay que analizarlos con objetividad, atendiendo a sus causas y contextos. No podemos olvidar que el fenómeno delictivo no es nuevo, tal y como lo señala la consultora Etellekt en su Quinto Informe de Violencia Política en México: “A seis días de las elecciones, México suma 89 políticos asesinados, de los cuales 35 eran candidatos o aspirantes, la cifra es 41% inferior a los 152 políticos asesinados (48 aspirantes y candidatos) durante el proceso electoral de 2018”. Por supuesto que no deja de ser grave la violencia; no obstante, hay un indicador clave y claro: se redujo en relación con la elección anterior en 41%, hecho que no podemos soslayar.
Por lo que hace al discurso polarizante y belicoso, tampoco podemos pasar por alto que quienes lo orquestan y difunden son esa clase política corrupta y excesiva que, en el pasado se denostaron y hoy se alían sin pudor en una complicidad insultante para defender sus intereses privados; por ello sólo le dieron la vuelta al lápiz para borrar con la goma del extremo sus plataformas y principios, exhibiendo su pragmatismo y falta de compromiso.
Del otro lado de la acera, está la gran mayoría que apuestan al cambio, quienes fueron lastimados por la desigualdad, la corrupción y la injusticia; están quienes encontraron su mejor expresión en un movimiento social que le dio vida a un nuevo proyecto de Nación del que se sienten y son parte.
Acusan a Andrés Manuel de intervenir en el proceso electoral los que no han dejado de atacarlo un solo día de la jornada, incluso pagando portadas y artículos en diarios internacionales.
Hay que nombrar la verdad por su nombre y con todas sus letras: López Obrador no es un falso mesías, sino un buen presidente de una república que lo respalda.
Estoy convencida que la gente saldrá a votar con las medidas sanitarias pertinentes y sin miedo; lo hará porque sabe el valor de su voto. Votará a favor del proyecto social y económico que le beneficia, de sus legítimos intereses y derechos. Votará para que se encarcele a los corruptos, para que los más ricos no evadan impuestos, para que el salario continúe recuperando su valor y, seguramente, una gran mayoría, también votará para defender al presidente de la avasallante cantidad de mentiras que difunden y dejar en claro la verdad.
Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX;
activista social y exdiputada federal.
@larapaola1