El pasado primero de septiembre, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, presentó en la apertura de Sesiones Ordinarias del Primer Periodo del segundo año de ejercicio del Congreso, como lo establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Informe por escrito en el que manifiesta el estado general que guarda la administración pública del país.
El mismo día y de cara al pueblo de México, rindió su Tercer Informe con el discurso que lo caracteriza: franco y sencillo. El presidente le habló a la gente y le informó con claridad la situación del país; no omitió los logros obtenidos durante el tiempo de su mandato ni tampoco los retos a vencer.
Fue un discurso ético porque fue honesto acerca de los hechos, pero, más que nada, porque fue inteligible para todas y todos. Andrés nos habló sin dobleces y alejado de la terminología tecnócrata y cifras neoliberales incomprensibles que por décadas se utilizaron para maquillar la verdad, y fue tan contundente que incluso quienes se negaban a escuchar no resistieron la tentación de hacerlo.
No queda duda de que, junto a la ciudadanía, se emprendió la Cuarta Transformación de la vida pública de México, y que esta es ya una práctica cotidiana.
Las ambiciones y los intentos divisionistas de algunos quedaron enterrados cuando el presidente expresó puntualmente que “el gobierno actual representa a todos, a ricos y pobres, a creyentes y librepensadores, así como a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo o posición socioeconómica”. Además, para quienes han insistido en achacarle con perversión sellos regresionistas, fue enfático al señalar que “los empresarios están cooperando con mayor compromiso social, invierten, crean empleos, aceptan utilidades razonables y pagan sus contribuciones”.
De igual manera, fue preciso al mencionar que no existen diferencias con los gobernadores de los estados en materia de seguridad, trabajan unidos y no hay motivo para divisiones. El Ejecutivo federal emprendió un cambio de paradigma en materia de seguridad nacional y seguridad pública, donde la violencia no se resuelve con más violencia ni con abusos de autoridad, mucho menos con la colusión entre funcionarios y delincuentes, se resuelve cambiando las medidas de guerra por una política integral de justicia, paz y seguridad ciudadana.
La única separación real y dicha sin reservas es la del poder económico del poder político. “Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes, esa es la causa principal de la desigualdad económica y social y de la inseguridad y la violencia que padecemos”.
Por ello, la política de Estado actualmente promueve el desarrollo económico nacional a la par del desarrollo social. Es claro que los beneficios deben llegar a todos los rincones de México, pues de nada sirve crecer si no existe una equitativa distribución del ingreso que dé paso a la justicia social. De ahí que fortalecer la economía popular, recuperar la productividad del campo, impulsar los proyectos para el desarrollo regional, fomentar la participación de la iniciativa privada y promover la intensificación del comercio exterior y la captación de la inversión extranjera sean los ejes fundamentales para el crecimiento económico de la Nación.
El programa de Crédito Ganadero a la Palabra beneficia a seis mil 500 productores; se han creado 230 mil empleos permanentes en el curso de este año; se han otorgado 344 mil créditos, sin intereses y sin papeleos, a quienes se ganan la vida como pueden en la llamada “economía informal”; 10 millones 90 mil estudiantes de todos los niveles están recibiendo becas; 8 millones de adultos mayores y 790 mil personas con discapacidad están recibiendo su pensión universal; y 223 mil niñas y niños reciben becas para que sus madres y padres opten libremente por las estancias infantiles y cuidados de su elección.
Sin rodeos, dejó claro que “el fin último de un buen gobierno es conseguir la felicidad de la gente”. Así que los infelices pueden esgrimir con el mismo valor con que lo hizo el presidente de la República sus contrargumentos, siempre y cuando también lo hagan de cara al pueblo de México, tal y como corresponde en un Estado democrático de derecho.
de Promoción Turística de la CDMX.
@LaraPaola1