A todos los mexicanos:
De acuerdo con la OCDE, México ocupa el primer lugar en violencia sexual infantil. Se estima que en el país cada año hay 4.5 millones de menores de edad víctimas de algún delito de carácter sexual. La realidad apunta a que esa cifra se queda corta.
Existe un clamor generalizado para avanzar, por medio de acciones inteligentes y eficaces, en el combate a la violencia en contra de nuestros niños y adolescentes, de manera especial para frenar y revertir las alarmantes tasas de abuso sexual infantil.
Lo que está de por medio no es meramente una demanda urgente de justicia, es una exigencia legítima y apremiante, sino la impronta de garantizar un sano desarrollo de ese segmento poblacional que constituye el semillero de líderes y mentes creativas e innovadoras que están llamadas a transformar al país.
La violencia en contra de nuestra población infantil provoca secuelas de diversa índole: físicas, irreversibles muchas de ellas, pero sobretodo genera afectaciones emocionales que impiden el sano crecimiento de los menores. La violencia en las niñas y niños los marca de por vida.
Cuesta creer, que dada la magnitud del daño que provoca la violencia infantil, aún más tratándose de violencia sexual, existan en el país leyes, instituciones, tratados, procesos, protocolos y prácticas que no logran aterrizar en la realidad de la problemática, lo que representa una omisión colectiva.
Comencemos por lo obvio.
Los procesos de comunicación masiva han soslayado la problemática al reducir el grave problema de violencia infantil y delitos sexuales en contra de menores como una cuestión de estadística, sin priorizar el factor humano.
Existe un consenso entre instituciones enfocadas en la atención de esta problemática, entre ellas Alumbra y Early Institute, el Think Tank especializado en Primer Infancia, así como la agrupación Guardianes, las cuales buscan llegar al fondo y comenzar por conocer la dimensión real de ese fenómeno social, porque hasta eso todavía lo desconocemos.
En el diagnóstico sobre la situación del abuso sexual infantil en un contexto de violencia hacia la infancia en México, Early Institute llega a la conclusión de que no hay cifras específicas sobre la incidencia de la violencia infantil y la violencia sexual infantil, lo que representa una situación delicada.
Visibilizar la situación, crear consciencia de lo que está pasando, ponerles nombre y apellido a las sobrevivientes de abuso sexual infantil y que se promueva la denuncia, debe ser un objetivo inmediato.
Un segundo punto es la parte legal. El proyecto Alumbra, dedicado a la atención de la violencia sexual infantil, promueve un cambio legislativo para que a nivel federal y en cada uno de los estados de la República exista un solo tipo penal para el delito de abuso sexual en contra de niñas, niños y adolescentes.
Resulta absurdo que hoy todavía existan en los códigos penales 42 tipificaciones distintas para el delito de violencia sexual y todas ellas carentes de un enfoque de niñez. Más grave aún es que hay estados que ni siquiera tienen tipificado en su código penal ese delito.
El informe Diagnóstico sobre la situación del abuso sexual infantil en un contexto de violencia hacia la infancia en México, realizado por el Think Tank Early Institute, destaca que 8 de cada 10 víctimas de abuso sexual en menores de edad son niñas.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, arroja que en México el 20.1% de los abusos sexuales a menores son cometidos por un tío (a); 16% por vecinos o conocidos; 15.7% por un primo; 8.5% por un hermano; 6.3% por padrastro o madrastra y 3.37 por abuelos.
Hagamos una puesta en común: debatamos el tipo penal único para los delitos de violencia sexual infantil. Cada día que pasa sin que adoptemos, como Gobierno y sociedad, acciones eficaces, es una amenaza a la seguridad de los menores.
Nuestras niñas, niños y adolescentes no pueden esperar.
Activista social y titular del Fondo Mixto de Promoción Turística la CDMX.
@Lara Paola1