“Nadie está realmente a salvo si no lo estamos todos”
-Isabel Allende.

A todas las y los mexicanos: El sueño bolivariano de una América unida, solidaria y justiciera ha surcado tiempos añejos y actuales bajo insospechadas tormentas políticas, dictatoriales y embestidas del conservadurismo. La utopía del Libertador, sin embargo, encuentra, en momentos recientes, el terreno fértil para un nuevo intento, encabezado por México, de lograr la integración de naciones.

La realidad, cruda y contundente, se impone en este siglo XXI y define nuevos derroteros para el logro del anhelo por el que vivió y murió Simón Bolívar.

Hoy queda claro que ningún país podrá por sí mismo, resolver los grandes conflictos que les aquejan. Sólo la unidad, la conformación de bloques de naciones, guiados por propósitos comunes, que respeten soberanía, valores, identidad y cultura, hará posible salir adelante.

El pulso de lo que ocurre en el mundo, y de manera particular en la región latinoamericana, lo tiene más que medido el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a propósito del 238 aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar, ofreció el sábado pasado un gran discurso ante destacadas figuras y representantes de la diplomacia de América Latina, en el que expuso, sin ambages, el destino de AL de cara a los desafíos del nuevo milenio, los retos que impone la modernidad y la crisis mundial generada por la pandemia de coronavirus.

Ante representantes diplomáticos: embajadores, cónsules y representantes comerciales, así como integrantes del mundo de la literatura y las artes, en el histórico Castillo de Chapultepec el Primer Mandatario explicó por qué ha llegado el momento de que América Latina analice, con seriedad y profundidad, integrar un bloque de naciones.

Lo del nombre es por ahora lo de menos, ya sea Conferencia de Naciones, como lo soñó Bolívar, Confederación o Bloque, lo realmente trascendente es defender los objetivos comunes, con mayor contundencia, frente a otras regiones del mundo que en la unidad fortalecen su posición, como ocurre en Asia o Europa.

El análisis expuesto ante el cuerpo diplomático el sábado pasado considera el papel hegemónico que históricamente ha representado Estados Unidos frente a América Latina, incluidos los episodios intervencionistas en algunas naciones.

Cita los intereses geopolíticos de China en el mundo, acrecentados por su acelerada expansión económica y su creciente interés en la región Asia-Pacífico, donde México juega un papel determinante.

Además, lo dicho por el presidente López Obrador refiere la realidad económica y social de la mayoría de las naciones de América Latina, que exigen de alianza estratégicas para paliar su crisis económica, social y de ahora de salud por los estragos de la pandemia de SARS-CoV-2.

Del otro lado, América Latina, como región económica, social, cultural y política, ya no puede responder a los mismos enfoques de atención condicionada y muchas veces subordinada que imponía Estados Unidos.

La vía que queda, la que impone la realidad actual, es una integración de América, no solo Latina, sino también del Norte, en la que EU y Canadá participen en el mismo juego comercial, político, social y económico en el que estén el resto de las naciones.

Acuerdos, negociación y entendimiento, sin sacrificar soberanía, autodeterminación, independencia e identidad, son el camino para seguir, sobre todo en un momento en el que México cuenta con autoridad moral y política para hablarle, cara a cara, a Estados Unidos y al mismo tiempo respaldar a las naciones hermanadas de la América de Simón Bolívar.

Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.

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