En medio de una pandemia declarada por el Coronavirus que redujo la demanda de crudo y provocó una guerra de precios del petróleo entre los países de la OPEP y sus aliados, la política energética de Andrés Manuel López Obrador, que pone gran parte de sus esperanzas en este hidrocarburo, ha recibido una gran lección: la soberanía energética en México tiene que ser renovable o no será.

Hace mucho tiempo que nuestro país dejó de ser un actor relevante y competitivo en el mercado petrolero global, controlado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), donde, pese a tener presencia, México carece de influencia para la fijación de precios.

El costo del petróleo ha bajado a su nivel mínimo desde la Guerra del Golfo, evidenciando una vez más la fragilidad de las economías, como la mexicana, que dependen de la exportación petrolera, por lo que resulta alarmante que el discurso gubernamental ponga al petróleo como palanca de desarrollo y base de la soberanía energética, cuando se trata de una materia prima volátil como ha quedado demostrado una vez más.

El Coronavirus es un factor más en esta crisis abrupta del mercado petrolero, pero existen otros que pueden tener efectos similares o superiores a los actuales. Los analistas han denominado como el “Cisne Verde” a los eventos climáticos que tienen un fuerte impacto negativo o catastrófico en la economía global y que a diferencia del coronavirus, tendrán un efecto mucho más prolongado.

Así, el incremento de las enfermedades relacionadas con el cambio climático como el dengue y la malaria que van en aumento de manera notable en nuestro continente, desastres naturales cada vez más frecuentes y de mayor magnitud, escasez de recursos hídricos y pérdidas de cosecha representan un riesgo con las mismas consecuencias en el mercado petrolero.

El actual gobierno juega un papel muy importante para el futuro de México, porque sus decisiones marcarán el rumbo que como país tomaremos en esta década (2020-2030), donde los esfuerzos del mundo están en reducir las emisiones que producen el cambio climático para evitar que la temperatura aumente más allá de 1.5°C.

Esperamos que la administración de Andrés Manuel tenga visión y ambición suficiente para hacer frente a ese reto y la transición energética hacia fuentes renovables, que han mostrado ser altamente competitivas, quede plasmada en la reformulación de los Compromisos Nacionalmente Determinados (CND) que tendrán que estar listos durante este año y el programa especial de transición energética 2019 - 2024, previsto para finales de marzo.

Es hora de transitar hacia un modelo energético sustentable y limpio, que sea equitativo y justo y que, verdaderamente, pueda ser la palanca del desarrollo que este país necesita para alcanzar la tan anhelada soberanía energética .

Coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace México

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