No cabe duda de que el manejo de la información económica por los medios se ha politizado. Como muestra lo que sucedió hace dos días. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que de acuerdo con la Estimación Oportuna del Producto Interno Bruto Trimestral (EOPIBT), creció 0.1% en cuarto trimestre de 2023 respecto al tercero, por debajo de 0.2% de la estimación preliminar que se desprendían de los anuncios del Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) y del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE).
En términos del PIB de todo el año, el crecimiento terminó siendo de 3.1% en lugar de 3.3%, e incluso de 3.5% que se esperaba a principios de mes. En ese sentido, si se quería destacar que era una mala noticia, se resaltaba que hubo una marcada desaceleración durante el cuarto trimestre al solo crecer 2.4% en variación anual.
En sentido contrario, el Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió ayer la actualización de las Perspectivas Económicas de la Economía Mundial. Para el caso de México, luego de estimar un crecimiento de 3.4% para el PIB de 2023, 0.3% por arriba de la cifra preliminar de Inegi, pronostica uno de 2.7% para este año, esto es, 0.6% más que del que presentó en sus proyecciones en octubre pasado, y de 1.5% para 2025.
El organismo señala que la revisión al alza para nuestro país se debió a los efectos de arrastre de una demanda interna más fuerte de lo esperado y a un crecimiento mayor de lo previsto de nuestros socios comerciales, o sea Estados Unidos (EU). Más específicamente, considero que fue por una mejor recuperación del consumo privado, del gasto público y de la inversión influida por el fuerte repunte de las obras prioritarias que ha venido realizando el gobierno federal.
Evidentemente, México se vio beneficiado de un repunte del PIB de EU en 2023 que creció 2.5%, luego de que, en 2022, el alza sólo fue de 1.9%. También las perspectivas mejoraron, que ahora anticipa que suba 2.1% este año, cuando en octubre preveía un alza de sólo 1.5%, por el efecto de arrastre de un mejor desempeño. Para 2025, estima un alza de 1.7%, por “los efectos rezagados del endurecimiento de la política monetaria, el ajuste presupuestario gradual y la moderación en los mercados laborales frenarían la demanda agregada”.
En general, el FMI reconoce que las elevadas tasas de interés dirigidas a combatir la inflación, junto al retiro del respaldo fiscal en un contexto de deuda elevada, frenen el crecimiento en 2024. Pero apuesta a un aterrizaje suave, considerando que la baja de la inflación subyacente contribuirá a que la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo y de Inglaterra comiencen a recortar las tasas, pero hasta el segundo semestre del año. El dilema que enfrentan es que, si los bancos centrales las bajan antes de tiempo, pueden echar a perder el esfuerzo del combate a la inflación, pero si tardan demasiado, podrían ocasionar un descenso brusco de la economía mundial.
Sin entrar a profundizar entre los factores que podrían poner en riesgo a la economía mundial, el organismo destaca: 1) escaladas de los precios de las materias primas y shocks geopolíticos y meteorológicos; 2) persistencia de la inflación subyacente, que obliga a endurecer la orientación de la política monetaria: 3) crecimiento vacilante en China, y; 4) desestabilización provocada por la consolidación fiscal, esto es, que ante la necesidad de enfrentar elevados niveles de endeudamiento, algunos países, pudieran llevar a cabo ajustes drásticos con alzas de impuestos y agresivos recortes de gastos, que pudiesen generar el desplome de la economía, y agregaría, protestas sociales que generen un clima de ingobernabilidad. Pensemos en Argentina, pero no es el único caso.
Si bien la desaceleración de la economía mexicana se observó en el cuarto trimestre, está tendencia podría revertirse durante el primer trimestre del año considerando que el gasto y la inversión pública van a estimular su dinamismo, sobre todo porque estamos inmersos en un proceso electoral.
Recordemos que para este año se espera un déficit público equivalente a 5.4% del PIB, muy superior a 3.4% en 2023 reportado hace dos días, impulsado por gasto corriente, ya que el propio gobierno estima una fuerte reducción de la inversión pública, puesto que solo se concentrará en terminar las obras prioritarias iniciadas en esta gestión.
Sin embargo, pasadas las elecciones entraremos en una etapa complicada de fin de sexenio y de comienzo de una nueva administración con la incertidumbre que ello conlleva. Algunas inversiones se pueden posponer hasta que se tenga claridad de la propuesta de política económica del siguiente gobierno. Adicionalmente, el riesgo político que implica una posible victoria de Donald Trump, su insistencia de aplicar aranceles, la revisión del T-MEC en 2026 y en general un ambiente hostil hacia México, puede afectar de manera significativa al sector externo.
Respecto al tema migratorio, la administración Biden ha endurecido su discurso. La semana pasada el presidente norteamericano declaró que está dispuesto a cerrar la frontera si se llega a un acuerdo bipartita en el Congreso, propuesta que fue rechazada por Trump. Esto obviamente retrasaría el flujo de mercancías en ambos sentidos.
Creemos que una vez que pase el ruido electoral el 5 de noviembre, podría retomarse un mejor diálogo entre ambos países considerando que son socios estratégicos. Los inversionistas que han apostado a la relocalización (nearshoring), siguen contemplando un escenario de largo plazo favorable, no sin dejar de reconocer que temas como el de la inseguridad, falta de electricidad, crecientes dudas sobre las políticas de transición energética ante la amenaza del cambio climático, la crisis hídrica en el centro y norte del país, así como un marco legal incierto, ante un Ejecutivo que controla a los poderes legislativo y judicial, a la supresión de organismos autónomos, que tienen una función muy importante en controlar los excesos del gobierno y en el combate de la corrupción, son señales preocupantes.
En conclusión, la economía mexicana tiene todavía una inercia favorable por el mayor crecimiento observado en 2023 a pesar de la desaceleración registrada en el cuarto trimestre; se espera un repunte durante el primer semestre; sin embargo, se podría registrar un menor crecimiento en el segundo con la volatilidad que ello conlleva, dificultando el escenario para 2025 con presiones crecientes para las finanzas públicas.
Adenda
1) El 8 de febrero se anuncia la inflación al consumidor de México. La atención deberá centrarse en la tendencia anual considerando la variación anual de la segunda quincena de enero, así como en el desempeño de la subyacente y de sus componentes.
2) La atención se centrará en las propuestas de reforma que anunciará el presidente el 5 de febrero. Habrá que ver cómo reaccionan los inversionistas.
3) Los mercados esperaban que la Fed se comprometiera a bajar pronto la tasa de interés de referencia, pero luego del anuncio de que no era inminente, cayeron decepcionados.
4) La inseguridad seguirá en la agenda pública porque es el principal problema.
Economista, catedrático de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx