En mi vida profesional he tenido relación con las encuestas de diversas formas, ya sea como responsable de su diseño, implementación y decisión de políticas públicas, como usuario en su interpretación o como participante dando las proyecciones al Banco de México de la consultoría donde trabajaba. En la Secretaría de Turismo para medir flujo, gasto y preferencias de turistas nacionales; en Presidencia de la República en cuestiones muy variadas que iban desde evaluar desempeño de entidades públicas hasta medir la aprobación del mandatario.

En los últimos años en este espacio he insistido en la importancia de las encuestas de prevalencia y de percepción, sobre todo porque hay la tendencia a rechazar estas últimas cuando los resultados son desfavorables a los políticos y gobiernos. Por ejemplo, en las recientes de seguridad pública urbana.

En lo que respecta a las encuestas electorales hay cuestionamientos, por los vaticinios equivocados, en el entendido de que me estoy refiriendo a los levantamientos previos, como fue el caso del Brexit y Trump en 2016, Milei en Argentina en 2023, o en los casos nacionales como la amplia victoria de López Obrador en 2018, la derrota de la coalición oficial en la Ciudad de México en 2021 o la menor diferencia en el Estado de México en 2023.

Expertos como Roy Campos, Alejandro Moreno o Lorena Becerra, entre otros han explicado ampliamente diversos aspectos de las encuestas. De todos modos, se sigue diciendo que la verdadera encuesta es el 2 de junio, cuando el ejercicio electoral no lo es, pero ese día sí habrá dos tipos de encuestas: las de salida y la que hace el INE con un muestreo de casillas para poder anticipar el resultado final con gran precisión, que se conoce como conteo rápido, como lo ha hecho antes. En 2006, la autoridad no pudo cantar el resultado por lo cerrado de la contienda y simpatizantes de López Obrador salieron a vociferar que ello era la comprobación de un fraude.

En este 2024, el oficialismo cuenta con la ventaja de una cancha dispareja en lo que es una elección de Estado, con todo el apoyo del aparato público que opera a favor de la promoción del voto, con la intervención descarada del presidente que ha hecho caso omiso a los innumerables exhortos de la autoridad electoral. Seguramente, también se presentarán situaciones como la de Sinaloa en 2021 donde la delincuencia organizada operó claramente a favor de Morena y aliados, lo que fue reportado por diversos medios en su momento.

Después del tercer debate, sigue habiendo mucho voto oculto, y de diversas formas, desde quien falsea la repuesta por temor a que le vayan a quitar un programa social, o porque pudiera temer alguna represalia, o todavía está indeciso y el día de las elecciones cambie de parecer; aunque también hay quien lo esconde porque no irá a votar.

Persisten interrogantes sobre el voto del miedo. En 2018, le funcionó muy bien a Morena, para que no se soltara el tigre por lo que hubo gente que le otorgó el voto. Asociado con el temor a la violencia, está también el porcentaje de participación en las urnas. La oposición ha insistido en que, a menor abstencionismo tiene más posibilidades de ganar. Si bien no es una regla general, en esta elección sí pudiera suceder.

Por otra parte, lo local impacta de manera muy diferenciada. En este sentido, hay focos rojos para la coalición oficial por las gubernaturas de Veracruz, Morelos, Guanajuato, Ciudad de México y Yucatán, que podrían ganar Fuerza y Corazón por México; Jalisco se iría a Movimiento Ciudadano; Chiapas y Tabasco al Verde y Morena. Finalmente, en Puebla no hay una definición clara, porque el oficialismo tiene un control fuerte en zonas rurales. En algunos casos, se debe a mala selección de candidaturas o a voto de castigo por el desempeño de los gobernadores.

Por otra parte, si bien hay una percepción favorable de la economía como lo muestran las encuestas de confianza del consumidor y empresariales, así como la sensación positiva que provoca la apreciación del tipo de cambio; los temas de inseguridad, salud y educación, son los que más descontento generan a la ciudadanía, y pudieran tener un impacto electoral.

Algunos analistas políticos han insistido que la polarización promovida y alentada por el presidente, podría llevar a que la mayoría de la gente apoye a la 4T; sin embargo, creo que subestiman la posibilidad que la suma de minorías alcance la mayoría. Las 20 reformas que se presentaron en febrero llamando a concretar el Plan C en las urnas, también provocó que mucha gente apática saliera a manifestarse con la Marea Rosa el pasado 18 de febrero y refrendara su interés el pasado domingo.

En 1988, los partidos de la Democracia Cristina y Socialista se aliaron para promover el No para derrotar a Pinochet. La izquierda más radical rechazó la alianza alegando que como era posible unirse al partido de derecha que apoyó el golpe contra Salvador Allende. El resultado permitió una transición que perdura hoy en día con Gabriel Boric como presidente chileno.

En 2024, la situación es similar en México con la alianza PRI, PAN y PRD apoyada por una ciudadanía que entiende que si el Plan C llega a tener éxito regresaremos a una ley electoral similar a la de 1960 con un partido hegemónico, y también, que si Claudia Sheinbaum gana podrá nombrar a un cuarto ministro en la Corte, con lo que ya no procederán los recursos de inconstitucionalidad como lo explicó claramente José Antonio Crespo ayer.

Concluyo diciendo que las encuestas han sido usadas en este proceso electoral como una forma de propaganda para generar la idea de que “este arroz ya se coció”, especialmente en las redes sociales. Me pregunto entonces ¿por qué están tan preocupados en Palacio Nacional? Como diría una congresista, el pesimismo es el instrumento de los cobardes, salgamos a votar, porque no sabemos si pueda ser la última vez que lo hagamos en libertad o se convierta en sólo un trámite como era en el siglo XX.

Adenda

1. El Instituto para la Economía y la Paz anunció que el costo económico de la violencia sube a 19.8% del PIB en México el año pasado, 18.3% en 2022.

2. Atentos a la inflación de la primera quincena de mayo.

3. ¿Cuáles serán los efectos colaterales para México de la intensificación de la Guerra comercial entre Estados Unidos y China?

* Economista, catedrático de la Maestría en Administración e Innovación del Turismo de la EST-IPN

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