Una vez concluida la jornada comicial para renovar la Gubernatura y el Congreso Local de Coahuila y la Gubernatura del Estado de México, y pendiente solamente de la celebración de los cómputos distritales del próximo miércoles, podemos afirmar que los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) volvieron a confirmar su valía. En coordinación con el Instituto Nacional Electoral (INE) rindieron nuevamente buenas cuentas a la sociedad organizando elecciones ejemplares, apoyados en un ejército de ciudadanos y ciudadanas que con su participación les reiteraron su respaldo y confianza. El pasado domingo los OPLE dejaron constancia de su profesionalismo, capacidad técnica e imparcialidad, coadyuvando con ello a dotar de confianza a los resultados electorales y a dejar poco margen a conflictos poselectorales.

El refrendo a su valía no es menor en una coyuntura donde se viene minimizando su trabajo y relevancia, al grado que algunos actores políticos han planteado la necesidad de su extinción. Tanto en 2019 como en 2022, en la Cámara de Diputados se han presentado iniciativas de reforma constitucional para desaparecerlos, aunque afortunadamente no han prosperado (hasta ahora). Pero lo cierto es que, tal y como quedó acreditado en la pasada jornada comicial de Coahuila y Estado de México, los OPLE son instituciones fundamentales para el éxito de la democracia electoral mexicana. Lograr elecciones confiables no es algo que resulte sencillo en un contexto como el mexicano, pero en el ámbito local es aún más desafiante. Ahí la organización comicial se enfrenta a contextos con problemáticas sociales, económicas y culturales particulares, a regiones en las que el Estado se encuentra seriamente desafiado por poderes e intereses fácticos, y donde los espacios de poder son objeto de mayor interés y apasionamiento por parte de los grupos políticos. No es sencillo hacer elecciones en un país con regiones caracterizadas por ese tipo de complejidades y, sin embargo, a juzgar por los resultados del 4 de junio, éstas se han organizado impecablemente.

Por supuesto que el principal eslabón de confianza en los resultados electorales, es la ciudadanización de la organización comicial. El mérito de contar bien los votos, de llenar correctamente las actas y de resguardar la voluntad popular es de los más de doscientos mil ciudadanas y ciudadanos que con su participación blindaron la elección de cualquier sospecha de fraude. Sin embargo, no debe escatimarse la responsabilidad de las autoridades electorales, pues son ellas quienes deben normar, coordinar y supervisar las distintas tareas de capacitación y organización de la estructura ciudadana que opera la elección. El éxito organizativo no es un asunto de suerte, sino de planeación, de previsión, de coordinación y de un gran sentido republicano de los tomadores de decisiones, que es lo que permite que la ciudadanía pueda llevar a cabo sus tareas como funcionarios electorales. Y en esta faceta, los OPLE cumplieron a cabalidad con su responsabilidad.

Recordemos que bajo el Sistema Nacional Electoral, aun cuando no sean elecciones concurrentes, el INE juega un rol de liderazgo fundamental en las tareas de capacitación y organización electoral, pero ésta se complementa con las responsabilidades que cada OPLE tiene encomendada desde la Constitución. Es falso que ambas instituciones hagan lo mismo. Recordemos que con la reforma de 2014 se redistribuyeron de forma sustancial las competencias de los órganos electorales federal y estatales, y bajo este modelo los OPLE realizan tareas trascendentales para hacer posible las elecciones locales.

Por ejemplo, los OPLE de Coahuila y Estado de México fueron responsables de la titánica tarea de supervisar el cumplimiento de requisitos de ley de los cargos que estuvieron en disputa. Las autoridades electorales locales no sólo verificaron los requisitos de procedencia de estas candidaturas, sino también el registro de coaliciones y candidaturas comunes de partidos políticos, así como la observancia de las acciones afirmativas reconocidas en la normatividad.

Los OPLE también proveyeron en tiempo y forma todos los materiales necesarios para capacitar a más de 220,320 mil personas que fungieron como funcionarias y funcionarios de casilla, para que estuvieran en condiciones de recibir y contar los votos de las dos elecciones locales (en 36 423 casillas en Coahuila y 183 897 en Estado de México). También se hicieron cargo de proveer los materiales y la documentación electoral para hacer posible la elección. En este proceso se imprimieron, entregaron, contaron, sellaron y enfajillaron más de 20 millones de boletas electorales. Ello implicó verificar que estuvieran en tiempo a pesar de las eventualidades ocasionadas por sustituciones o por resoluciones judiciales, y además conllevó la necesidad de verificar en planta y en los consejos que no hubieran errores de impresión, de trasladarlas con la custodia de autoridades encargadas de la seguridad y con el acompañamiento de representaciones partidistas a las sedes de los consejos distritales y municipales, de hacer el conteo, sellado y enfajillado en horarios corridos y bajo los protocolos de seguridad establecidos y, finalmente, de entregarlas al funcionariado de casilla con la debida anticipación a la jornada electoral.

Para estas elecciones, los OPLE coadyuvaron con el INE en el reclutamiento, capacitación, supervisión y seguimiento de más de 800 supervisoras y supervisores electorales (113 en Coahuila y 687 en Estado de México) y de 4,912 capacitadoras y capacitadores asistentes electorales locales (799 en Coahuila y 4,113 en Estado de México), con los cuales se operó la logística de entrega de los paquetes electores a las y los presidentes de las Mesas Directivas de Casilla (4047 casillas en Coahuila y 20,433 en Estado de México). Fue una tarea heroica y ejemplar, con gran compromiso democrático llegaron a prácticamente cada rincón de estos dos estados de la República. Aún más desafiante fue la tarea de lograr con el mismo ejército ciudadano, que la voluntad popular manifestada en las urnas no fuera violentada, ni alterada, y que el procedimiento de recolección de casi 24,500 paquetes (4,047 en Coahuila y 20,433 en Estado de México) que contenían la decisión del electorado plasmada en las urnas fuese trasladado hacia las sedes de los más de 60 consejos electorales distritales (16 en Coahuila y 45 en Estado de México) sin que se perdiera la cadena de custodia.

Esta valiente tarea fue coordinada por los más de 500 integrantes de los consejos distritales reclutados y capacitados por los OPLE, quienes además llevaron a cabo en tiempo y forma la Verificación de las medidas de seguridad en las Boletas Electorales, Actas de la Jornada electoral, Actas de Escrutinio y Cómputo, y de las características del envase y efectividad del Liquido Indeleble, sin incidente alguno.

Los OPLE también tuvieron la responsabilidad de garantizar que hubiera resultados preliminares oportunos la noche de la jornada electoral, eso permitió que hubiera certidumbre y tranquilidad entre el electorado y las personas contendientes. En este proceso, los dos OPLE implementaron programas de resultados preliminares de manera eficaz, pues el promedio de actas computadas y publicadas fue de casi el 100% y todos los PREP fueron debidamente probados en simulacros previos que estuvieron supervisados por comités técnicos asesores y entes auditores. La casi nula diferencia entre los datos del PREP y los conteos rápidos implementados por el INE, confirma la eficacia con que los OPLE procesaron este sistema.

Los mayores incidentes reportados en la jornada electoral estuvieron asociados al fenómeno del clientelismo político electoral, que en nada empañan la espléndida y ejemplar labor de organización electoral llevada a cabo por las autoridades electorales, en conjunto con la ciudadanía valiente y heroica que realizó tareas de funcionariado y asistencia electoral. Queda claro que los OPLE, integrados por hombres y mujeres que han confirmado su compromiso republicano en esta elección, han entregado buenas cuentas a la sociedad. Asimismo, que este modelo vigente, tan vilipendiado últimamente desde la ignorancia o la facciosidad si funciona, funciona muy bien diría yo. Por lo tanto, el camino es fortalecer el modelo, y no debilitarlo como han intentado diversos actores políticos que, a la luz de los hechos, se han quedado sin argumentos. Los institutos electorales de los estados han demostrado que son entidades fundamentales para seguir dotando de paz y estabilidad política al país a través de elecciones confiables, libres y auténticas. Por todo lo anterior, hay que decirlo, y decirlo fuerte: ¡Larga vida a los OPLE!

Doctor en Teoría Política y Democrática

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