Los procesos electorales son también el juego de las percepciones que transitan entre los electores a través del vehículo de la comunicación. El #Blindspot de la semana está en el llamado que hizo Claudia Sheinbaum durante el debate para convertir las percepciones expresadas a través de las encuestas, en realidad.

La candidata de Morena utilizó estratégicamente que ella cerró el debate: "Y este 2 de junio los invito a que votemos masivamente (…) lo que tenemos que hacer es demostrar una diferencia enorme entre el primero y el segundo lugar.”

Llama a que Morena se movilice para que no se repita la historia de 2021 en la CDMX en donde sus afines tuvieron baja participación y sus contrincantes altas. Pero esas no son las únicas implicaciones del voto masivo con independencia de para quién sea; a continuación, dos de ellas.

Primero, esta elección de 2024, como cada proceso electoral, pone a prueba la forma en la que nos involucramos y participamos. No se trata únicamente de una democracia en las urnas, sino de una en la que se respeten y promuevan derechos y libertades.

La diferencia este 2 de junio es que podría ser un cisma no solamente para las instituciones que durante el proceso han demostrado estar sesgadas, basta recordar la visita de Guadalupe Taddei a Palacio Nacional y su cruzada contra el rosa; sino también para quienes se encargan de medir las percepciones durante las campañas: las casas encuestadoras.

Es común olvidar que los cuestionarios y bases de datos son , aunque casi inentendibles para la gran mayoría de los ciudadanos (seguramente también para algunos consejeros electorales). Lo que publican es información insuficiente para el usuario no capacitado en estos temas y para poder juzgar la representatividad de las encuestas.

Segundo, los ciudadanos también estamos a prueba porque un 56% () de intención de voto por Claudia habla también de que tenemos una comprensión difusa de los conceptos democráticos e identidades que no necesariamente apuntan a una forma racional de votar.

Un voto masivo no solo representa una afinidad contundente por una candidata, también podría ser reflejo de lo que los ciudadanos no queramos pluralidad y en un contexto en el que las instituciones están dejando de ser contrapesos por acción, omisión y/o reformas legales, que cambiemos nuestro voto por libertades efímeras.

Esto no es bueno para los mexicanos, tampoco para quien previsiblemente gobernará nuestro país. La razón es simple: el sobre acuerdo sobre un tema radicaliza porque una diferencia enorme no solo da la presidencia y posiblemente el Congreso, da implícita y erróneamente la posibilidad de ignorar al otro.

Por ejemplo, el argumento de la Marea Rosa es que quienes asistieron a las concentraciones no fueron acarreados. Cierto o falso, el hecho es que si asumimos como cierto el 34% () que manifiesta su voto por Xóchitl Gálvez, también debemos asumir que, de suceder el voto masivo por la candidata de Morena, un porcentaje relevante de la población mexicana está dispuesto a más movilizaciones, pero también sujeto a ser ignorado.

Altos niveles de participación electoral no son equivalentes a voto masivo. La pluralidad es sinónimo de defensa de las libertades porque en ella estamos todos, no solo la masa. Recuerda esto a la hora de votar porque incluso Claudia lo necesita.

@osandovalsaenz

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