Analizar la elección de Estados Unidos mirándonos el ombligo y a partir de la forma en la que nos vemos a nosotros mismos y el mundo; y no de la manera en la que se maneja la política norteamericana, los medios y la cultura político-social de aquel país es tomar decisiones desde un punto ciego #Blindspot.
La realidad es que para saber cómo nos impacta, hay que partir de sus propias batallas internas y del verdadero papel que estratégicamente están jugando en la geoeconomía política global, no de nuestros buenos deseos o creencias.
Por ejemplo, tomar el #SuperPeso como termómetro de los efectos para México de la declinación de Biden y la alta posibilidad de que sea Kamala Harris quien contienda contra Donald Trump es una visión parcial y limitada.
Lo primero para dejar de mirarnos el ombligo es comprender que la realidad en EE. UU. se construye, también, en función de la cadena de televisión en la que veas noticias, el periódico que leas y tu “feed” de redes sociales. No, no es igual que en México, los diferenciadores entre CNN, Fox News o MSNBC, por mencionar solo algunas cadenas, son absolutos.
Cambiar de canal entre uno y otro es ver un mismo hecho desde perspectivas absolutamente distintas al grado que puedes llegar a creer que están hablando de sucesos distintos. El país de las libertades está acotando cada vez más la visión de sus ciudadanos sobre temas torales.
Aceptemos de una vez por todas que Estados Unidos ha dejado, por decisión y por circunstancia, de ser la balanza en los temas globales. No solo su economía es cada vez más proteccionista, también sus puntos de partida sobre cualquier hecho de la arena pública, local y global son cada vez menos liberales.
En los pocos días que han transcurrido entre la declinación de Biden y el apoyo a Kamala la agenda ha girado en torno a su papel como fiscal y el de Trump como presunto delincuente. Esto apenas comienza porque la crisis de las instituciones es común denominador en la geopolítica.
En Estados Unidos el último promedio de confianza en las principales instituciones es del 28% (2024), lo que marca el tercer año consecutivo en que la confianza ha estado por debajo del 30%. Antes de 2022, la confianza promedio estaba entre el 31% y el 43% (Gallup).
La bala que esquivó Trump también sangra esta confianza y contribuye a la erosión institucional. La directora del Servicio Secreto aceptó que el intento de asesinato del 13 de julio es el peor fracaso operacional en décadas y tomó la total responsabilidad, y enfatizó que nada de lo que diga busca trasladar responsabilidad a ningún otro órgano policiaco. De este tamaño es el hoyo que deja la bala.
Hay otro factor, el estado de ánimo de los ciudadanos de aquel país. Un buen termómetro son sus percepciones sobre migración por los múltiples impactos que tiene en su vida comunitaria y económica. De acuerdo con Gallup, entre mayo de 2020 y junio de 2024 el porcentaje de personas que considera que debe de disminuir pasó de 28 a 55%. El nivel más alto registrado es 65% entre 1993 y 1995, tiempo de la crisis económica mexicana que expulsó a muchos connacionales al país vecino. Muchas cosas están cambiando en Estados Unidos y con ello en el mundo. La elección no solo es Trump versus Harris; es también entre lo que nos prometieron que iba a ser, lo que es, y en lo que nos estamos convirtiendo. Las decisiones de
relación entre los dos países del gabinete que viene liderado por Claudia Sheinbaum requieren, hoy más que nunca, de una visión integral y no ideológica. De lo contrario, solo contribuiremos a construir micro guerras frías. La inversión de China en México, es solo punta del iceberg.