Alinear lo que dices con lo que haces ya no es simplemente un acto mínimo de honestidad y transparencia, sino que se está convirtiendo en el único camino posible. El #Blindspot de la semana reside en las consecuencias de creer que el discurso no es realidad y que la “ley no es la ley” porque lo que guía las decisiones de poder ha dejado de ser el Estado de Derecho, priorizando ante todo al consumidor – votante y sus decisiones de consumo.

Empecemos por el mundo antes de aterrizar en México. El presidente Biden ha perdido la batalla más relevante de todas: siete de cada diez ciudadanos (consumidores votantes) de Estados Unidos tienen la percepción de que la economía se está debilitando. La tendencia negativa continúa y se intensifica (Gallup).

Esto no solo aumenta las posibilidades de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, sino que también presiona las decisiones políticas. Un ejemplo de esto es la política de inmigración aparentemente contradictoria: una semana se anuncian cambios trascendentes en la política de asilo, y la siguiente se flexibiliza la regulación, permitiendo ahora que los inmigrantes indocumentados que se casan con ciudadanos de Estados Unidos no tengan que dejar el país para obtener la tan codiciada Green Card.

No solo en México se usa la ley para buscar influir en la elección, pero, al mismo tiempo, esta jugada en la que el discurso y la realidad se distancian puede también representar más retrocesos que avances en la carrera presidencial de Biden, porque mientras suma a unos, resta a otros y la neutralidad no es una decisión de voto. Nuevamente, lo que dices debe corresponder a lo que haces.

Vamos a otro ejemplo. Vladimir Putin aterrizó ayer en Corea del Norte con el objetivo de neutralizar los efectos de Ucrania en su economía y en su arsenal. Esta visita dirige nuestra mirada a Rusia y nos recuerda que, aunque muchas compañías globales incluyeron en su estrategia de comunicación y mensajes clave que se retiraban del país de los zares como represalias a la guerra, el dicho no correspondió al hecho. Coca-Cola, Subway y TGI Fridays son algunos ejemplos de que el consumidor manda por encima de la ley y se impone al Estado. Estas empresas siguen, y al parecer seguirán en aquel país.

México no es la excepción. Llama la atención que, mientras la revista Expansión publica en su edición de junio de 2024 que el 90.6% de las empresas señalan que mantendrán sus perspectivas de inversión para los próximos años, el 60.3% indican que aumentarán su presencia nacional y el 51.1% prevén ampliar su plantilla laboral en 2024, los corporativos esperan que Claudia Sheinbaum y los gobiernos en transición se asusten por hacer lo que dijeron que harían con el voto mayoritario de los mexicanos.

La especulación, insisto, también es negocio y los únicos que perdemos somos los ciudadanos, porque ese costo se carga al consumidor y, después, cuando las cosas regresan a su cauce, se reflejan en el EBDITA de las empresas, porque ningún empresario está en contra de elevar sus ganancias. La realidad está superando a la ficción, pero no aquella de los libros de Asimov, sino las fantasías que el mundo, especialmente México, se sigue creando. El llamado es a establecer nuevos parámetros de decisión y aprender a construir crecimiento contracorriente a partir de desarrollar e implementar estrategias de comunicación en las que se haga lo que se dice.

@osandovalsaenz

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