Por: Oscar Ocampo, coordinador de proyectos de energía en el Instituto Méxicano de la Competitividad
Rodrigo Hernández, Consultoría en MW Group

 

Las elecciones intermedias en Estados Unidos el próximo 8 de noviembre van a definir el rumbo de los siguientes dos años de la administración Biden y, con ello, el margen de maniobra que tendrá el ejecutivo estadounidense en los temas relacionados con México, desde las posibilidades de cooperación en seguridad y combate al narcotráfico, hasta las cuestiones comerciales y del T-MEC. A su vez, el proceso electoral, sus resultados y el proceso posterior nos darán más claridad sobre la estabilidad institucional de EEUU y el futuro electoral de Donald Trump y su política nativista.

Estas elecciones se llevarán a cabo en un entorno político, mediático y sociodigital polarizado en el cual las distintas fuerzas políticas y sus simpatizantes se entienden cada vez más como enemigos. La retórica y narrativas tanto de republicanos como demócratas pintan al otro como un enemigo de la nación y enmarcan su posible victoria como un riesgo para las libertades de sus respectivos electores.

De acuerdo con una encuesta de la universidad de Quinnipiac, el 69 por ciento de republicanos y demócratas opinan que la democracia estadounidense está en riesgo, los primeros por el extremismo progresista y los segundos por invalidar la elección del 2020. A su vez, de acuerdo con Pew Research Center, alrededor del 72 por ciento de los republicanos consideran a los demócratas inmorales y deshonestos, y viceversa. En este contexto algo es seguro, independientemente del resultado, estas elecciones generarán aún más inestabilidad política y social en EEUU, lo que hace necesario que México defienda sus intereses en la conversación social estadounidense.

Este martes se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes (435 escaños), actualmente con mayoría demócrata, y una tercera parte del Senado. Actualmente, el Partido Republicano tiene 50 asientos en la Cámara Alta, mientras que los demócratas cuentan con 48 y dos independientes alineados con ellos. En total están en juego 14 asientos demócratas y 21 republicanos.

Las encuestas apuntan a una contienda cerrada en el Senado. El agregador de encuestas RealClearPolitics pronostica 47 asientos para los demócratas y 53 para los republicanos. Nevada, Pennsylvania, Georgia, Wisconsin y Nevada serán los estados clave -swing states o bisagra- al momento de definir el control del Senado.

La composición del Congreso estadounidense es clave para México en la medida que define las prioridades legislativas, el liderazgo de comités clave como Medios y Arbitrios en la Cámara de Representantes o Comercio en el Senado.

El Partido Republicano se mantiene en una disputa

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El ala cercana al ex presidente Donald Trump, conocida como MAGA (Make America Great Again), mantiene ventaja en las encuestas en un número importante contiendas. Los candidatos MAGA recibieron el apoyo de Donald Trump en las primarias republicanas por lo que reproducen su narrativas nativistas y anti sistema. El apoyo de Trump durante dichos procesos les dio una ventaja clara a estos candidatos y su desempeño electoral marcará el rumbo del partido republicano de cara a la elección presidencial en 2024. Si los candidatos MAGA son exitosos, Trump se encontrará en una posición altamente competitiva, en caso contrario, el liderazgo del partido en los hechos podría pasar a otra persona como el gobernador de Florida Ron DeSantis.

Un ejemplo de cómo ha permeado el mensaje MAGA es que aproximadamente el 50 por ciento de los candidatos republicanos, para escaños federales y locales, dudan de la legitimidad de la elección presidencial del 2020.

Las elecciones intermedias no solo tienen un impacto definitorio a nivel federal, 36 estados eligen gobernador y se renuevan varias legislaturas locales. En Pensilvania, Arizona, Wisconsin y Michigan hay candidatos republicanos a la gubernatura que se han expresado abiertamente que la elección de Biden fue robada. En este sentido, victorias definitivas a nivel local podrían marcar una serie de cambios de derechos electorales y garantías individuales a largo plazo.

El reto de México está en penetrar en la sociedad estadounidense más allá del Ala Oeste de la Casa Blanca, el país debe promover sus intereses (migración, comercio, seguridad, frontera, energía) en el Capitolio, en los medios nacionales y en mercados locales clave -no solo Los Ángeles y Nueva York, sino aquellos donde la retórica nativista y proteccionista ha encontrado más eco, como los estados del cinturón del óxido en el medio oeste-, en los think tanks, la academia, las capitales estatales, los sindicatos, las cámaras industriales, entre otros. Este trabajo rebasa al Gobierno Federal de México, los estados, municipios, centros de investigación, academia y cámaras empresariales deben impulsar la agenda. Por ello, un objetivo estratégico para el país es permear la conversación en EEUU, introducir argumentos veraces digeribles y contundentes en favor de la integración de América del Norte.

 

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