El México ensangrentado , en que vivimos desde hace varios años, ha sido llevado a extremos que ni siquiera se dan en la guerra. Quienes lo conducen han aceptado la rendición incondicional ante el crimen organizado , con la que, como vencedor, actúa sin límites, ni escrúpulos, ni moral, saciando su sed de sangre incluso lúdicamente. El deplorable asesinato de ciudadanos inocentes ocurrido el fin de semana en Tamaulipas , así lo demuestra.
En el ámbito militar, la rendición condicional implica la aceptación de demandas por parte del vencido, que recibe un tratado considerado a cambio de cumplir lo que se le impone. En la capitulación incondicional , el vencedor no hace promesas ni concesiones. Por el contrario, intensifica sus agresiones , que radicaliza, sistematiza y deshumaniza.
Extrapolando el ámbito del belicismo con el de la delincuencia en nuestro país, la entrega ha sido total y sin condiciones. En este espacio se advirtió varias veces. El Estado Criminal se estaba sobreponiendo al Estado Legal. Hubo silencio. Hoy, inclusive a través de las urnas, han emergido, juntas, las cabezas de los monstruos del narcopoder y la narcodemocracia . Ahí están las denuncias y pruebas al respecto de no pocos actores y factores públicos. Hay evidencias por doquier a la vista de todos.
Si por años esos entes han actuado en una línea de ataques constantes a la sociedad, tratándola como enemiga, victimizándola en todas las formas y grados imaginables e inimaginables, el escenario inmediato de violencia , que es recurrente e irrefrenable y que tiende a institucionalizarse, es simplemente terrorífico .
Las agresiones contra civiles vistas en los últimos días, derivan de que el gobierno ha renunciado a observar el Pacto Social , que lo obliga a garantizar por todos los medios la seguridad, la integridad y los bienes de sus gobernados. Con el Estado Criminal encima, o quizás en connivencia, difícilmente recuperará esa facultad, lo que quizá ni siquiera está en sus intenciones.
Nada, con la política de abrazos, no balazos, permite alentar la esperanza de que en México cesarán los delitos más deleznables . El delito no sancionado es un delito autorizado, que se ha recreado y previsiblemente se multiplicará por la impunidad que cada día lo anima más a elevar lo repulsivo de sus atrocidades.
“Legitimado” en casos de algunos candidatos que en breve asumirán cargos electivos, es de esperar que sea mucho más sanguinario, salvaje y brutal. El bestialismo de la criminalidad que ya está aquí, y que se prefigura todavía peor, será el costo a pagar por la claudicación política de los últimos gobiernos frente al crimen organizado, lo que comprende por lo menos un engaño y una traición a la sociedad.
Así, es de esperar que los 30 mil muertos que se registraron el año pasado, asociados a las expresiones delincuenciales más deplorables, se mantengan y se incrementen y, como siempre, sólo tengan como simple e inaceptables “explicación”, la lucha entre cárteles.
Con sólo ese indicador, es innegable que la sociedad ha caído en la inaceptable cultura del asesinato , el secuestro , el robo , la violación el aniquilamiento colectivo, derivaciones perversas todas de los consentidos e intocables grupos criminales.
Con la carta de naturalización extendida a esas perniciosas prácticas, patentizada por quienes deberían por obligación evitarlas, es innegable que el país se halla en un avanzado estado de descomposición y que, si no se hace un último intento por contenerlo, lo llevará a un declive irreversible… y lamentable.
SOTTO VOCE…
A Leonel Godoy , exgobernador de Michoacán, no le falta razón al considerar que las declaraciones de Silvano Aureoles , de que Morena y su candidato ganaron la elección apoyados por el crimen organizado , son un blindaje para victimizarse y asumirse como perseguido político. A eso lo induce la profunda investigación que viene sobre su cuestionada y cuestionable administración… Según algunos analistas, la nueva sección de la Mañanera, “Quién es Quién en la Información”, se inspira en el programa semanal de televisión “Sabatinas”, del expresidente ecuatoriano, Rafael Correa .