Las revelaciones de Emilio Lozoya sobre la corrupción, de las que, ¡claro!, todos los implicados se dicen “víctimas de la infamia y de la peor bajeza”, dada su “honestidad”, permiten imaginar la dimensión y el poder del monstruo que tiene frente a sí el gobierno de la 4T. ¿Le alcanzará el tiempo para penetrar al menos la punta del iceberg, conformada por muchos de los políticos más conspicuos en su momento?
La respuesta es un categórico no, si se considera únicamente que los procesos judiciales, mirando eventualmente a encausarlos, pueden llevar más de cuatro años y consumir el tiempo que le queda a la actual administración federal.
Pero eso es lo de menos. Lo que importa es que se den pasos firmes, claros e indubitables hacia la consecución de uno de los más grandes propósitos del presidente Andrés Manuel López Obrador, que es refundar el Estado nacional sobre una nueva moral pública, y en la que tiene como aliados fundamentales al titular de la Fiscalía General de la República, doctor Alejandro Gertz Manero, y al titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, doctor Santiago Nieto Castillo.
El reto inmediato que entraña ese formidable ideal, por cuanto que pretende romper con un pasado de agravios constantes a la sociedad, en el que los políticos de toda laya se regodearon y se hartaron con el presupuesto público, tiene circunstancias y fecha: Elecciones intermedias. 6 de junio de 2021.
Ese día, las urnas serán el tribunal para al actual régimen. En materia de prevaricación, todos los mexicanos esperarán que presente como pruebas de buena actuación la cabeza de al menos uno de los hombres que hoy son señalados como actores principales del inmisericorde saqueo que cometieron sin el menos rubor y que los llevó a ser inmensamente ricos.
Ese esperable y deseable resultado puede ser, incluso, de mayor importancia comparado con los problemas que entrañan ahora las crisis de salud y económica, derivadas de la pandemia de coronavirus. Sin soslayar la importancia de éstas, en algún momento serán superadas, dada su circunstancialidad; la de la corrupción, en cambio, es sistémica, estructural, cultural y, sin lugar a dudas, la que más daño ha hecho y puede seguir causando si no se la corta de tajo.
Las evidencias sobre los excesos de algunos de los últimos gobernantes, ahí están. Parecen lo suficientemente sólidas para investigar a los personajes que involucran. Pero con independencia de que se llegue a saber de quién es la mano que mece la cuna, sobre todo por las filtraciones, lo que se debe hacer es mantenerlas al margen de una perniciosa politización y/o mediatización que las inscriba únicamente en esos ámbitos y las convierta en un vulgar show, haciéndolas perder el verdadero valor que tienen y el provecho que se les debe sacar.
Si esto queda suficientemente claro ante la mirada colectiva y todos los procesos inherentes al Caso Lozoya continúan por la vía debida, la cita de los candidatos de Morena a la elección de 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, decenas de diputaciones locales y alcaldías, que totalizarán unos 3500 cargos en disputa, será una jornada electoral de éxito para ellos, pero especialmente para su único y verdadero líder, que es el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si otra cosa ocurre, cada cual puede imaginar el escenario y el vuelco que podrían venir. Por eso, al menos una gran cabeza debe rodar para antes del 6 de junio.
Sotto Voce…
Al rey emérito de España, Juan Carlos I, se lo investiga en Suiza por depósitos que alcanzan los 100 millones de euros, que acumuló durante sus 41 años de reinado. Una cantidad que muchos políticos mexicanos en retiro lograron acumular en menos de seis años. ¿Qué dirá al respecto El Chilorio Power, míster 25%? Saludos hasta Guamúchil, Sinaloa.
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