Sin Derecho no hay Estado. No hay sociedad. Sin la fuerza con la que se impone, esas tres entidades son inconcebibles. Sin Derecho, imperan el desorden, la violencia y la anarquía. En ese caso, la comunidad vive en peligro permanente. Sin futuro. Tal es la situación de México. Por eso, es extremadamente urgente apelar a ese recurso. Es la única y última alternativa para enfrentar el problema de la inseguridad. De lo contrario, se instalará pleno, incontrolable, un Estado criminal sobre el Estado legal.

Respecto de cómo ejercer el poder del Derecho, muchos teóricos políticos de todos los tiempos lo han enseñado. Sus ideas siguen vigentes. Han funcionado. Quienes gobiernan, deberían retomarlas.

Aristóteles, desde la Antigüedad, estableció que siempre será más importante el todo que la parte, de tal modo que, para conservar al Estado, encarnado en la comunidad, se ha de asumir cualquier decisión que permita salvaguardarla. Los criminales que hoy la agreden son una minoría y no se les puede llamar “pueblo” cándidamente.

Para Maquiavelo, hace 500 años, la razón de Estado más importante es mantener ese organismo a cualquier costo. De ahí deriva su máxima de que “el fin justifica los medios”. Quienes lo atacan en su parte vital, que son sus ciudadanos, deben ser tratados sin miramientos.

En esa misma línea, hace más de tres siglos, Rousseau postuló que, quienes actúan contra la población, son sus enemigos, lo que hace imposible la convivencia y la vida entre ellos. Entonces, alguien debe ser apartado. Es obvio quiénes, aquí, están en esa situación.

Hace más de 350 años, John Locke escribió que en el Estado de Naturaleza el hombre debe defenderse en todo lo posible. “Se puede destruir a un hombre que nos hace la guerra (…) por la misma razón que podemos matar a un lobo o a un león”. Lamentar que los criminales son inhumanos, es pueril.

En el Estado político, quien lo conduce debe actuar contra sus enemigos. Ese es su primer deber ético, moral, político y jurídico. Los cárteles le han declarado la guerra. Sin un enérgico ejercicio de la ley, no habrá seguridad, ni orden, ni paz.

Si no hay respuesta legal, como es obligado, los cárteles seguirán colocándose por encima de todos. Establecerán la peor forma de esclavitud, arrebatándoles la primera propiedad colectivo-individual, que es la vida. “El poder es una condición del orden y la libertad sólo es posible en el orden” (y en la seguridad), dice George Bordeau.

De seguir en la actual peligrosa línea, emergerá un Estado inmoral por sus funestos medios y fines. Se colocará encima del Estado moral, legítima y legalmente constituido que hoy se ve cada día más débil y vulnerable. Y eso no puede seguir. Es un contrasentido un gobierno surgido de la legalidad que se muestra temeroso y dubitativo frente a la ilegalidad. La Historia pedirá cuentas.

El país está en el abismo de la inseguridad y la violencia. El Derecho es su salvación. Todo está en utilizarlo sin el prurito de que la fuerza que contiene… es represión.

SOTTO VOCE…

Si el presidente Andrés Manuel López Obrador escuchara, la popularidad de 70% con la que llega a su Primer Informe sería de más de 100%... Por el bien de Veracruz, el gobernador Cuitláhuac García y el fiscal Jorge Winckler deberían buscar la indispensable compatibilidad entre procuración e impartición de justicia… La propuesta del diputado Óscar González debe centrarse, concentrarse y extenderse a la regulación y reglamentación de las redes sociales. Mark Zuckerberg arma ya este proceso… De nueva cuenta, el “comunicólogo 25%”, David López, oye pasos en la azotea… Después de irse del extinto PRD, Juan Zepeda y Alejandra Barrales tratan de vincularse a Morena. Él tiene la oportunidad; la otra, no.

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@mariobeteta

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