Al parecer, con la detención de Genaro García Luna, se prueba que durante los últimos tres sexenios, especialmente, la sociedad fue víctima de una doble e imperdonable traición por parte de funcionarios que, por un lado, le robaron incalculables recursos e, insaciables, se vincularon con el monstruo más ilegal, despiadado, temible, movedizo e invisible.
México ha sido desgobernado por una especie híbrida, combinación de funcionarios corruptos y narcotraficantes, en la que, mediante el intercambio o la combinación de sus funciones, emergieron como una narcocracia y hundieron al país en el infierno de la inseguridad, la criminalidad y la impunidad.
Esa nueva entidad de poder legal-ilegal, siempre real y aplastante; monstruosa, rara y única, se configuró con el saqueo que realizaron por décadas todos cuantos ocuparon alguna magistratura. Formaron la detestable cleptocracia que, con una visión patrimonialista, se apropió de todos los bienes públicos que tuvo a su alcance.
Su avaricia la llevó a constituirse en una fuerza legal-criminal en la que, como se ha visto en tantos casos, hizo desaparecer la frontera entre la esfera de lo público y lo privado, con lo que empezó la prevalencia de ésta, ora por el consentimiento de funcionarios a la operación de los cárteles, ora por su participación directa en sus ilícitas actividades.
La alternancia del 2000, con el PAN en el poder y que tanto prometía, parece ser el principio de esta fusión funcionarios-criminales, pues apenas arrancó el sexenio de Vicente Fox, “El Chapo” Guzmán, “escapó” con la mayor de las “facilidades”.
La colusión entre cárteles y funcionarios, haya sido presidente Fox, Calderón o Peña Nieto, sólo se explica porque “no se enteraron” de esa relación, lo cual los inculpa en una grave responsabilidad, o porque fueron anuentes a ella. Que ¡claro!, no debió haber sido gratuita.
En el juicio que se siguió a “El Chapo” en Nueva York, salieron a relucir en franca connivencia con grandes capos, los nombres de Peña Nieto y Calderón. En la investigación a la que está sometido ahora García Luna, el de su último exjefe, Felipe, podría ser relacionado directamente con el crimen organizado, coinciden expertos en el tema.
Por eso, el presidente Andrés Manuel López Obrador, como ninguno de sus antecesores, tiene frente a sí un desafío descomunal, histórico. La suya, es una lucha del Estado legal contra lo que fue el Estado ilegal que, como se ve, sobrevive en parte y previsiblemente defenderá sus inmorales intereses con sus enormes recursos.
Respaldarlo sin reserva alguna, es una obligación irrecusable de todos. Más, sobre una diferenciación básica entre Estado y Gobierno. Aquél, objetivado, es la sociedad y es obvio que no todos sus integrantes tienen vínculos con los cárteles. Este, es el aparato con el que se la conduce y quienes lo manejan, son quienes deciden. En su connivencia con el narcotráfico, sólo ellos participan.
Así, no ha habido Estado fallido, sino gobiernos fallidos; no ha habido naercoestado, sino narcogobiernos, perversos y pervertidos, desnaturalizados, que deben quedar en el pasado.
El juicio que iniciará contra el extitular de Seguridad Pública, podría constatar que no sólo hemos vivido durante casi un siglo en la cleptocracia, sino también durante muchos años en la narcocracia. Dos de las peores traiciones de la clase política a los mexicanos.
Sotto Voce…
Gran logro, aún con lo que falta, la firma del protocolo del T-MEC. Si se lo complementa con la generación de confianza del gobierno entre los inversionistas cuando entre en vigor, la economía puede despegar de nuevo… Impecable, contundente y valiente el mensaje del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, contra la impunidad, inmunidad y corrupción en el sistema de impartición de justicia. ¡Va en serio!
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@mariobeteta