En horas, se cumplirá un año en que se consumó la hazaña democrática que escribió México al cerrar la página de un siglo de hegemonía unipartidista-de alternancia-plural-de connivencia, que protagonizaron PRI-PAN-PRD-PVEM. Pero la resultante de las enormes expectativas que despertó la entronización de Andrés Manuel López Obrador, todavía está en proceso de construcción.
Su primer año de gobierno podría ser poco tiempo para evaluar su desempeño, que de inicio implicaba desmantelar una estructura de vicios, excesos y corrupción; violencia e impunidad, y sustituirla por una que sea funcional y justa; honesta y duradera.
En esta vertiente, lo primero que ha hecho, como todo gobernante que aspire a protagonizar mudanzas radicales, es colocar el andamiaje legal que, con nuevas leyes e instituciones mirando a la realización de objetivos sociales ampliamente incluyentes, pugnen por la igualdad y la justicia, esencia del gobierno popular y base de su Cuarta Transformación.
Esta hazaña, supone retos colosales en virtud de que, quienes obtuvieron privilegios del anterior estado de cosas, no sólo se han empeñado en conservarlos, sino en acrecentarlos, a lo cual López Obrador simplemente ha dicho ¡no más!, así sea generando uno de los sentimientos más asfixiantes, perniciosos y paralizantes, que es la desconfianza.
Esta, se instaló notablemente en el sector empresarial, base de toda posibilidad de crecimiento económico y de mejoría colectiva, aunque, por fortuna, se ha mantenido en el contexto de una comunicación permanente y de una loable tolerancia y paciencia entre autoridades y capital.
En lo que parece el reconocimiento de la realidad económica, que ostensiblemente no va bien, así como de la importancia que tiene la iniciativa privada, el gobierno presenta su Programa Nacional de Infraestructura, que compromete 859 mil millones de pesos en 147 proyectos de inversión para los próximos tres años.
Aunque han alentado otros planes conjuntos, el de Infraestructura parece ser el verdadero arranque de una nueva y fructífera colaboración entre ambos, susceptible de traducirse en un mayor dinamismo de la economía y, por ende, en la elevación del bienestar general. Por eso, es vital que no falle y que genere los frutos esperados, para lo cual se le debe dar seguimiento permanente.
Reafirmar la confianza entre dos de los factores determinantes del rumbo y del destino del país, puede convertirse en el motor del México mejor que millones de ciudadanos aún esperan y que impulsaron con el voto del cambio. Sería la salvación de las crisis.
No se podría decir que esta es la última llamada, pero es innegable que estamos en una carrera contra reloj y no debe escapar la oportunidad, considerando el entorno nacional e internacional, que es cada día más complejo.
Para librar el desafío, esa inestimable confianza debe ser la base de toda acción gubernativa. Complementarla con el respeto absoluto a las instituciones y dar continuidad a las acciones contra la inseguridad, la desigualdad, la corrupción y la impunidad, obligadamente dará buenos resultados.
Sotto Voce… Queman la bandera nacional frente a la Rectoría de la UNAM, y nadie dice nada; vandalizan monumentos históricos en el centro de la Ciudad, y como si nada. Las autoridades hacen mutis. ¿Hacia dónde vamos como país con ese espíritu de destrucción, que se expresa cada vez con más frecuencia y violencia?... El programa especializado en política y finanzas Víctor Sánchez Baños en MVS lleva cuatro meses al aire. Ayer fue presentado oficialmente. El éxito que tiene, se consolidará con la elevación del rating. ¡Suerte!... La decisión de Donald Trump de considerar a los cárteles mexicanos como terroristas, es una idea que alentó el congresista Michael McCaul desde marzo de 2011 (¡casi una década!). No tuvo éxito. Así, nada para alarmarse ahora ni para tomarlo con seriedad.