“Crimen organizado emite su voto con plagios, amenazas y asesinatos”, publicó ayer EL UNIVERSAL en su nota principal a casi una semana de las elecciones más numerosas que se hayan realizado en México. Con las afirmaciones de los especialistas que dan soporte a esa información, se corre el velo del drama que está en curso y de la tragedia que se avecina.
Entre algunos de los significados del panorama que, como pocos medios, ofrece a sus lectores El Gran Diario de México, están:
Con base en el uso de la violencia, los grupos delictivos se han convertido en los grandes electores. Al imponer candidatos a su modo y conveniencia, han desplazado a los partidos, usurpando sus funciones. Antes, estos vencían a sus opositores en las urnas; aquéllos, ahora, lo hacen en las calles, a balazos, a plena luz del día para que no quede duda de “quién manda aquí”.
Mediante esa táctica, se encaminan a fusionar su poder criminal con el poder político. Lo hacen desde la imposición de candidatos hasta los triunfos que les están fraguando por medio de presiones, terror, amago y eventualmente algunas dádivas.
Esos incuestionables hechos, demuestran que los grupos criminales se han impuesto al poder político-partidista. Ellos son el verdadero poder y apuntan a consolidarse y a “legitimarse” mediante el sufragio pese a que sus características, funciones y objetivos son totalmente antitéticos a los del Poder legalmente constituido.
Al emerger como primus “inter pares” del poder, subordinan a los demás poderes. Son la nueva hegemonía; actúan por encima de leyes, instituciones y gobernantes, sometiéndolos a sus designios.
En esa perspectiva, el 6 de junio nacerá el Poder Criminal “legal” y, por los intereses que busca, es susceptible de proyectarse como un continuum de la vida nacional, en lo que algunos suponen como “avance de la democracia”.
Esta forma de gobierno, histórica y teóricamente, es la más plural, amplia, transparente, participativa y honesta; es la que más promete y la que mejor cumple mirando al bienestar de la sociedad. El monstruo que están por parir las urnas, en nada se le parece porque está fuera de la ley, alejado de todo fin ético, didáctico y moral que la Política entraña.
Eso es lo que, básicamente, explica la inaceptable y vergonzosa cantidad de candidatos de todos los partidos a puestos electivos asesinados, secuestrados, amedrentados o probablemente cooptados, con independencia de que la fiebre que se ve en el ejército de ciudadanos interesados en hacerse del poder para “servir”, tiene como trasfondo servirse a sí mismos del presupuesto, como ha ocurrido siempre.
Así, las elecciones no sólo serán las más ensangrentadas de la historia, sino que entrañarán un doloroso retroceso; serán el retorno de la “democracia” a la autocracia, con expresiones más crudas y descarnadas por cuanto que quedarán en manos de un poder totalmente inmoral.
En una democracia, los comicios son oportunidad para elegir mejores gobernantes. Pero en la nuestra, próximamente serán votados no pocos que quizás serán los peores, predestinados a establecer y recrear legalmente la kakistocracia, o sea el gobierno de los malos, ineptos e incompetentes; los descalificados, criminales y cínicos.
Así, la esperanza de avanzar hacia la concreción de los valores de la democracia, que son libertad, igualdad, seguridad y bienestar, el resultado electoral se traducirá, lamentablemente en muchos casos, en opresión, injusticia e inequidad, y nutrirá la corrupción e impunidad; la servidumbre y la violencia.
SOTTO VOCE…
Con base en un promedio de las encuestas más serias a nivel nacional, Morena perderá al menos seis gubernaturas… Infundado y aventurado, “el riesgo” que visualiza el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, de anular las elecciones… Así como las mentiras al electorado tumbaron a Clara Luz García del primer lugar en Nuevo León, sucede lo mismo a Rubén Rocha Moya en Sinaloa por esconder costosas propiedades. Por eso, Mario Zamora se perfila como indiscutible ganador.