Colaboraron: Larisa de Orbe, Marisa Jacot 

El 1° de enero de este año entró en vigor la Enmienda de Plásticos del Convenio de Basilea, lo cual representa nuevas responsabilidades y obligaciones para México.

Pero, ¿Qué es el Convenio de Basilea y qué implicaciones tiene para nuestro país la aplicación de dicha Enmienda?

Éstas y otras preguntas se responden en el informe “Cuando la basura plástica nos alcanzó y nos rebasó”, presentado esta semana por las organizaciones Acción Ecológica México, Academia Mexicana de Derecho Ambiental, Asociación Ecológica Santo Tomás, Fronteras Comunes, Greenpeace México y el Laboratorio de Investigación en Desarrollo Comunitario y Sustentabilidad (LIDECS). Todas ellas integrantes de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración /GAIA (Global Alliance for Incinerator Alternatives).

Dicho reporte busca informar a la ciudadanía sobre la crisis ambiental provocada por los plásticos, la importancia de que México asuma su responsabilidad y la oportunidad que se tiene en este 2021, con la entrada en vigor de la Enmienda de Plásticos, de proteger la salud pública y la de los ecosistemas. Lo anterior evitaría que continúen entrando a nuestro país desechos plásticos tóxicos provenientes de otros países.

El Convenio de Basilea es un tratado multilateral firmado por 170 países, cuyo objetivo es regular y reducir el movimiento de residuos peligrosos entre distintas zonas del planeta y entre distintos países, con el fin de proteger la salud humana y el ambiente, estableciéndose un sistema de control de las exportaciones e importaciones de este tipo de desechos, así como su eliminación.

La llamada Enmienda de Plásticos que entró en vigor es una modificación formal de las disposiciones del Convenio, en la que se incorporó a la clasificación de residuos peligrosos a cierto tipo de desechos plásticos (sucios y contaminados pero que se presume no son peligrosos), y estableció controles más estrictos de notificación de envío y recepción de basura plástica de un país a otro.

En este marco, desde nuestras organizaciones proponemos que México no solo cumpla cabalmente con lo estipulado en la Enmienda de Plásticos, sino que vaya más allá y tome la decisión como país de prohibir las importaciones de basura plástica, cuyo fin sea “la valorización energética”, incineración y quema en hornos cementeros.

Estas prácticas son en realidad una falsa ilusión para resolver el problema de los residuos. Se les atribuyen características mágicas, como la de “recuperación energética” y/o de reciclaje químico; cuando en realidad generan serios impactos al medio ambiente con emisiones muy tóxicas por la composición de aditivos que los plásticos contienen.

Cabe mencionar que en el escenario internacional, China decidió cerrar sus fronteras a las importaciones mundiales de desechos plásticos (China National Sword Policy); para frenar la catástrofe ambiental y de salud producida por estos residuos.

Los Estados Unidos, gran productor de estos residuos plásticos, ha sido uno de los países que ha resultado más afectado con esta decisión, y actualmente está enviando su basura plástica contaminada, de un solo uso y que no es apta para reciclaje, a otros lugares como al sureste asiático, afectando severamente a países como Tailandia, Vietnam y Malasia. Evidentemente, México también corre el peligro de recibir más desechos plásticos de ese país, sin control.

Es muy claro que nuestro país no debe cargar con las externalidades de la contaminación de otros países. Para evitarlo deberá centrarse, no sólo en los intereses comerciales y en la reglas que rigen el libre comercio, sino en priorizar la salud pública y la de los ecosistemas. Tomar los ejemplos de las acciones que se están desarrollando en algunos países de Europa y en China, e instrumentar regulaciones mucho más restrictivas a través de impuestos, normatividades, prohibiciones, vigilancia e infraestructura.

Además, deberá replantearse modelos nuevos e integrales, que no se limiten sólo a estrategias de “limpiar la contaminación actual”, sino que busquen afrontar el problema de raíz con todas sus complejidades.

Asimismo, es necesario que se busque desarrollar estrategias dirigidas a la sustitución de plásticos de un solo uso por opciones reutilizables, por alternativas dirigidas al rediseño de materiales, a la educación y a la reducción del consumo, y a establecer restricciones a los plásticos de un solo uso no reciclables, como son la mayoría de empaques y embalajes.

La industria tiene que hacerse responsable de sus productos al final de su vida útil, por lo que también es necesaria y urgente la incorporación en la legislación de la figura de Responsabilidad Extendida del Productor.

Para lograrlo, México debe modificar su visión de política ambiental en materia de residuos y residuos peligrosos, y desterrar los principios rectores dominantes de valorización y responsabilidad compartida de nuestro marco legal, y evitar la quema de residuos disfrazada de tecnología inocua.

Es tiempo de transitar hacia programas de Basura Cero, una realidad que ya avanza en diversos municipios de nuestro país.

A través de este informe, reiteramos el llamado para que el gobierno de México anteponga la protección de la salud y el ambiente frente a los intereses comerciales y se adopten alternativas y políticas ambientales realmente sustentables.La entrada en vigencia de la Enmienda de Plásticos abre posibilidades para incidir y plantear cambios de rumbo, algo que exigen la crisis por la contaminación plástica mundial y el sufrimiento causado por la pandemia.

Para más información, el informe completo puede consultarse en la siguiente liga http://www.enmiendaplasticosbasilea.org/wp-content/uploads/2021/01/informe-basilea-plasticos.pdf

*Integrantes de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración /GAIA

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