Desde pequeña, Hireri Vélazquez soñaba con defender los colores: azul y oro , pero la escasez de equipos femeniles le dificultó los caminos para llegar a su meta. Ahora, con 25 años , la joven es una auriazul y está lista para disputar el partido contra el Cruz Azu l en el Estadio Olímpico Universitario .
Fotos: Carlos Mejía
Hasta esta mañana, Hireri y su equipo sólo habían jugado en las instalaciones de la Cantera desde 2017 . Este es su primer partido en el Olímpico , gracias a que el club de los Pumas y la UNAM les abrieron un espacio con motivo del “ Festival Tiempo de Mujeres 2020 ”.
La jugadora espera buenos resultados del juego . “Entendemos que es un escenario diferente, pero estamos preparadas para enfrentar el partido”, asegura la joven.
A pocas horas de la disputa, Hireri dice sentirse nerviosa, emocionada y con una gran carga de responsabilidad. “Espero transmitir los valores que la Universidad me ha enseñado como alumna y jugadora”, añade mientras sostiene un balón blanco con el logotipo de los Pumas .
La piel morena de Hirer i es una prueba de las horas que invirtió en el entramiento para este juego. Explica que practican más de seis horas, sin embargo -dice- el cansancio no se compara con la satisfacción de gritar un goya en los vestidores antes de un partido .
El amor por este deporte le llegó por los ojos. Cada domingo, pasaba horas viendo a su papá jugar. Él es una de sus inspiraciones y le enseñó que el fútbol no es sólo patear una pelota .
Hireri actualmente funge como mediacampista, lleva alrededor de siete partidos jugados y más de tres goles anotados. El número que la distingue es el seis.
De chapulin a felina
Velázquez comenzó a jugar a los cuatro años en las canchas de la alcaldía Benito Juárez , debido a que los hermanos de su papá decidieron crear un equipo informal bajo el nombre de “ Chapulines ” e integrarla, a pesar de ser tres años menor que sus primos.
Los “ Chapulines ” comenzaron a entrenar en el medio tiempo de cada partido. “Mi papá siempre ha sido el portero de la familia , entonces tengo un portero en casa. Se ponía y me echaba la pelota por arriba, por abajo, y así aprendí”, explica Hireri.
Todos los sábados, los “ Chapulines ” jugaban contra otros equipos repletos de niños, pero a Hireri nunca le importó ser la única niña. El amor que sentía de llevar un uniforme y patear un balón se convirtió en la válvula que la impulsó a continuar su camino y ser valiente ante las adversidades.
Para Hireri los partidos mixtos eran eventos de mucha exigencia. Ella debía cumplir con ser más rápida , fuerte y ruda , sin importar que su cuerpo estuviera lastimado. De quejarse sus habilidades eran demeritadas y podía perder su lugar dentro del equipo.
“A mí me gustaba jugar, no importaba si eran con niñas o niños. Mis papás me decían: ‘tú puedes más’. Cuando las situaciones eran tediosas, ellos siempre me daban ánimos”, expresa.
Sin considerar los ocho años que Hireri llevaba jugando con sus primos, los árbitros le negaron el acceso al campo debido a su edad. La pequeña jugadora tenía 11 años recién cumplidos y su mundo se venía abajo. El personal de las canchas argumentó que “le podía pasar algo: un fuerte balonazo o un golpe”. Hireri no tuvo otra opción más que irse.
En ese momento, ella supo que para las niñas, la edad, a veces, es un obstáculo . “Llegué a pensar que ya no iba a poder jugar porque el contacto con los hombres era más pesado y las niñas no tenían un futuro en el fútbol si eran más grandes”, explica.
La oportunidad de retomar su trayecto se presentó de inmediato. Un amigo de su papá la invitó a formar parte de un equipo mixto . Esta nueva casa , poseía los colores de equipo Cruz Azul y sólo le ofrecía jugar los fines de semana.
La familia de ella buscó otros lugares, donde Hireri pudiera realizar futbol de “ alto rendimiento ”. Por esta razón, considera que el apoyo de su familia le ha dado la capacidad de sobrellevar las cargas de trabajo entre la escuela, los partidos y los juegos.
Es así como la “ Clínica de Fútbol Infantil - Pumitas ” se transformó en el tercer hogar de la joven. El programa tiene como objetivo que los niños mejoren sus habilidades en el fútbol. Se compone por siete semanas de trabajo, de acuerdo con Carlos Hernández , exmonitor de este sitio.
La rutina de Hireri se volvió más pesada. Iba a la escuela, entrenaba y los fines de semana tenía partido. Hireri no recuerda exactamente cuál fue su primer torneo , pero tiene muy presente que el convivir con muchas personas y participar en campeonatos la hizo tolerante y disciplinada .
Una tarde, entrenadoras del “ Representativo Femenil de la UNAM ” fueron a buscar niñas “ promesa del fútbol ” a los campos de la Clínica . Hireri fue una de las seleccionadas y decidió irse al “repre”, pues este portaba los colores que hacían latir su corazón.
En un principio, Hireri formó parte de un equipo conformado por niñas de distintas edades y continúo a lo largo de 12 años . Más tarde, este se dividió, según la escolaridad de ellas.
Hireri asegura que encontró una red de apoyo entre sus compañeras , quienes la ayudaron a olvidar los recuerdos de, en algún momento, haber sido discriminada por su género .
A los 21 años , se despidió del “repre” y se aventuró a las Universiadas (eventos deportivo s de fútbol) con el fin de jugar en nombre de la Facultad de Filosofías y Letras , a la que pertenece.
Pero, la creación de la Liga Femenil Mx se atravesó en su objetivo. Entonces, Hireri organizó sus horarios, deseosa de entrar. Asistió a las pruebas del América y los Pumas mientras se preparaba para los juegos universitarios .
“[En el torneo], llegamos a cuartos de final. No ganamos, pero se llegó a la meta y eso es lo que vale”, agrega. Después de ocho meses de prácticas, Pumas seleccionó a Hireri .
“¿En qué momento llegué a jugar para mi Universidad ?”, se pregunta Hireri . Ahora aspira que su trayectoria inspire a otras niñas que ansían tener una carrera profesional en este campo.
Fútbol para todos
Para Claudia Pedraza , especialista en género y fútbol , este partido es un gran logro para la historia del futbol femenil . No obstante, explica, se debe analizar el por qué hasta hoy se está dando la oportunidad al equipo y no antes.
Pedraza opina que aunque “parece un paso valioso”, puede ser concebido por la sociedad como “ una excepción ”, ya que las jugadoras pisarán el Olímpico con motivo del “ Festival Tiempo de Mujeres 2020 ”, organizado por el gobierno de la Ciudad de México , y no por su esfuerzo.
Para Pedraza lo ideal sería que el equipo disputara un juego sin que exista una fecha especial. Añade, que la directiva de los Pumas tienen alternativas para que las jugadoras se desempeñen dentro de un Estadio.
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La página oficial de la Liga Femenil MX , asegura que alrededor de 13 equipos juegan en los estadios del equipo de la Primera División varonil . Entre ellos, Lobos BUAP , Rayadas , Tijuana , Morelia , Chivas , entre otros.
Mientras que en los equipos del América , Cruz Azul , Puebla y Pumas , las jugadoras disputan sus partidos en canchas alternas al estadio principal.
Lo anterior es resultado que en el reglamento de la Liga Femenil se señala que “los partidos se pueden jugar en estadios o en canchas de entrenamiento”.
Esto “permite que los equipos tengan un libre albedrío en su interpretación y le den mayor preferencia a los equipos inferiores varoniles que a las jugadoras”, esclarece Pedraza.
Considera que este tema debe ser discutido para generar propuestas entre los clubes y la federación para igualar las condiciones y brindar todos sus derechos a las jugadoras .
Hireri espera que este juego sirva para demostrar que con esfuerzo ningún obstáculo es difícil de vencer . “Quiero contagiar el amor y respeto que siento por el fútbol y los colores que llevo en mi playera. Siempre que me pongo mi uniforme de Pumas es un sueño y eso quiero transmitir”, asegura.
En un futuro , desea que su trayectoria les ayude a las niñas y jóvenes a cuestion ar a las personas que les digan: “no se puede”. “Si tú lo sientes, si crees que es lo que quieres, sigue, no hay limites ”, concluye.