Romina Casillas
tenía cinco años cuando sus papás la inscribieron a un curso de verano en la Liga Maya , junto con su hermano Leonardo. Ese fue su primer acercamiento al beisbol , y desde esa ocasión en la que vio jugar a su hermano mayor, le gustó tanto que quiso también participar en este deporte.
Ahora Romina tiene 11 años y entrena todos los días para conseguir una beca universitaria y practicar beisbol de manera profesional. Juega como cátcher y short stop, esta es la posición que le gusta más porque es en la cual juega cuando va a distintos torneos.
Han sido al menos ocho en donde ha participado, algunos en la Ciudad de México; Hermosillo, Sonora; Nuevo Laredo y Tampico, Tamaulipas; Ciudad Juárez, Chihuahua; Poza Rica, Veracruz; y Mazatlán, Sinaloa. “Lo que más me gusta del beisbol es que he adquirido experiencias y que puedo conocer más estrategias. Además es un juego en el que puedo convivir con mis amigos, batear y cachar la bola”, cuenta Romina en entrevista con EL UNIVERSAL.
Juega tanto beisbol como softbol, a pesar de la similitud entre éstos, tienen ciertas diferencias.
En el softbol las competencias están divididas en siete turnos y las anotaciones son válidas cuando un jugador cruza la placa antes de que el equipo contrario tenga tres salidas.
La Federación Internacional de Softball organiza los campeonatos para elegir los títulos mundiales, cada cuatro años. En México está la Selección Femenil de Beisbol que participará en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Después de su popularidad en Estados Unidos, llegó a países como España, México y Venezuela, donde se formaron las respectivas federaciones.
El campo de juego de softbol es más pequeño, también la bola es más grande y ligera que en el beisbol.
En él también participan mujeres, por eso se le atribuye a que es un poco más especializado para ellas. En el caso del beisbol participan nueve personas, y no sólo se basa en técnicas sino que también requiere de agilidad mental.
El objetivo del juego es pegarle a la pelota con un bate, para que el bateador corra a través del campo pasando por cuatro bases. En tanto, el equipo contrario debe impedir que el bateador complete una carrera.
El cátcher es quien comanda la defensiva del equipo, es el encargado de mandar las señales al pitcher para hacer los lanzamientos precisos. Además debe tener una gran agilidad mental y fuerza en el brazo.
En esta posición juega Romina . Desde sus primeros entrenamientos, su mamá Karla Moreno es quien la ha acompañado y motivado.
En Tampico, Tamaulipas, ganó el premio como la mejor bateadora en 2019.
“Mi mejor recuerdo fue cuando agarré una bola que iba muy lejos y me tuve que aventar y lo saqué en primera”, recuerda.
Este reconocimiento la tomó por sorpresa, pues no esperaba que le dieran el galardón. “Me sentí muy emocionada cuando escuché mi nombre”, expone Romina.
Mantener la disciplina
Los días de Romina se dividen entre estudiar el quinto año de primaria, las tardes de entrenamientos y los juegos en fin de semana. Sale de la escuela a las dos de la tarde y llega al campo de beisbol a las tres.
Después de la jornada deportiva, al estar en su casa cumple con sus tareas escolares. “Mis amigos dicen que a ellos les daría flojera entrenar todos los días, señala Romina. Sin embargo, ella ha mantenido la disciplina porque disfruta dedicar su tiempo a este deporte.
Hace dos años, llegó a la Liga Maya Stefanía Aradillas, jugadora de softbol , quien participará en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Ella contó a los niños y niñas cómo es que había llegado a representar a su país.
El ejemplo más claro fue que consiguió una beca deportiva para estudiar en la Universidad Estatal de San Diego. Estuvo ahí durante cuatro años y tuvo no sólo una carrera, sino también la oportunidad de practicar deporte de manera profesional.
Esta experiencia marcó a la niña quien le dijo a su mamá: “yo quiero estudiar ahí”. Desde entonces, ha tenido muy claro que ese es su objetivo.
“Yo le digo que no es tan fácil como piensa que está bien que quiera lograrlo, ero se debe trabajar mucho y mantener la disciplina”, dice su madre.
En este caso, Stefanía comentó que ella entrenaba todos los días y debía mantener un buen promedio.
Las universidades empiezan a observar a niñas desde los 12 o 13 años para ofrecerles las becas. Por eso, Romina está en la edad idónea para seguir esforzándose y demostrar su talento.
Un juego de hombres
“Soy la única niña que juega como cátcher en este campo y también en los partidos”, dice Romina , quien en los torneos ha estado en equipos integrados sólo por varones. Asegura que le gusta más jugar con las niñas porque la entienden mejor al momento de hablar y jugar con ellas.
“La diferencia más grande es que puedo convivir mejor con ellas al momento del juego y me ayudan a ver lo que hice durante. Los niños sólo platican conmigo, pero casi no me ayudan”, añade.
Sin embargo, también ha enfrentado algunas diferencias por este motivo. La madre de Romina cuenta que en un torneo jugado en la Ciudad de México, su hija era la única niña que iba en el selectivo. El equipo contrario dijo que iba a ser un “cuadro chico” porque es niña.
Esto significa que todos se tenían que hacer hacia adelante porque iba a batear quedito, entonces recogerían la bola y la sacarían en primera base. Todos se hicieron hacia adelante porque les dijeron que venía una niña y a la hora del bateo, Romina lanzó la bola hasta la barda . “Yo me sentí pavorreal”, cuenta su madre, porque ya ninguno de los jugadores dijo nada.
En otra ocasión, Romina se quejó de un entrenador que les dijo “este es un deporte de hombres”. Al salir, le contó a su madre. “Le dije que no era personal hacia ella sino que son las costumbres, y lo entiendo pero tienen que cambiar. Aunque sí hablé con los entrenadores y les dije que es algo que debe modificarse”, cuenta Karla Moreno.
Estas anécdotas, han hecho que Romina se prepare para comentarios y hechos que enfrentará, asegura su madre. Considera que el hecho de que Romina esté jugando con niños le servirá porque está viendo que eso no quiere decir que no pueda jugar.
“Sí se va a ensuciar, se va a pegar porque ha recibido muchos bolazos, pero no importa, no es que como se pegó ya no vaya a jugar porque es niña”, dice su mamá.
“Ahora la situación está bastante complicada y es bueno el hecho de que sepa que no se puede dejar, que tiene las mismas posibilidades y derechos”, comenta Karla Moreno.
Kelly Jones fue entrenadora en los cursos de verano de la Liga Olmeca. Vio a Romina cuando era muy pequeña y estaba aprendiendo a jugar beisbol.
Kelly empezó a jugar porque su abuela también lo hacía, pero en esa época no era bien visto, incluso cuenta que tuvo que disfrazarse de niño para que la dejaran participar.
Dice que tiene amigas quienes no han podido jugar beisbol porque no se los permiten, sólo han podido formar equipos con mujeres.
Comenta que gran parte de esta formación viene desde los padres quienes piensan que la fuerza de las mujeres no es la misma que la de los hombres y no permitían que jugaran.
Jones considera que al entrenar con niños más pequeños puede romperse la barrera de diferencias que existe y mostrar que todos son iguales y tienen las mismas capacidades.
Mariana Martínez, quien es locutora de deportes, considera que la participación de las mujeres en este ámbito se queda de forma superficial e invita a cuestionarse si las empresas están de verdad incluyendo a las mujeres o sólo lo hacen para cumplir y encasillarlas en determinadas áreas.
“Observo que predomina una mayor confianza hacia las voces de los hombres. Por ejemplo, si una mujer comentarista, analista o narradora de cualquier deporte emite una opinión es 10 veces más cuestionada que un hombre”, añade.
Asegura que le gustaría “ver un reconocimiento de igual valor en este deporte y la inclusión a las mujeres en actividades que realmente tengan un enfoque deportivo”.
Invita a los hombres y mujeres a ser más conscientes de las opiniones que se hacen por cultura, tradición, costumbre o porque así fue siempre. “Me gustaría ver que las mujeres no sean cuestionadas al estar en una posición importante, en el sentido de que antes sólo lo hacían los hombres”, dice Mariana.
Los primeros triunfos
El equipo favorito de Romina es Texas Rangers porque “cuando fui a su estadio pude ver las áreas de bateo y el dugout”, cuenta.
Al preguntarle cómo conseguirá la beca universitaria, responde: “Me preparo entrenando todos los días para dar lo mejor de mí en los partidos”.
Este fin de semana le entregarán un reconocimiento en la Liga Maya por ser la jugadora que más carreras hizo en el último torneo. La entrega del premio es por parte de la Asociación de Ligas Infantiles y Juveniles de Beisbol de la República Mexicana AC.
La Liga Maya tiene a 70 niñas inscritas para jugar softbol , aproximadamente, juegan y entrena todos los días y en fines de semana. Las reciben desde los tres hasta los 18 años.
Después de un tiempo de práctica pueden inscribirse en cursos de verano o participar para que les sea asignado un equipo, en el cual tienen la oportunidad de ir a torneos nacionales y distritales.
Para su madre, uno de los torneos que más disfrutó fue el de Nuevo Laredo donde representó a México.
Romina
considera que jugar beisbol abre las puertas para conocer este deporte y a las niñas que quieren jugar, les comenta: “no tengan miedo a hacer algo diferente a lo que siempre han hecho”.