Por: Adina Chelminsky

En los ochentas, mis abuelos recibían desde Estados Unidos, por correo postal (para que dimensionen la antigüedad), la revista Time. Misma que yo devoraba hoja por hoja cada semana.

El 4 de Junio de 1984, a mis 10 años, una de las portadas cambió mi vida. Literal.

Ese noviembre iban a ser las elecciones estadounidenses; Ronald Reagan buscaba la reelección compitiendo contra Walter Mondale quien estaba en búsqueda de un compañerO (énfasis en la O) de campaña para la vicepresidencia.

Y ahí, enfrente de mí, la portada del Time proclamaba en letras enormes:

And for vicepresident, WHY NOT A WOMAN… Y para vicepresidente ¿Por qué no una mujer?

Tengo grabado el lugar exacto en donde vi esa portada y lo que sentí. Me quitó el aliento.

Fue la primera vez que dimensioné que una mujer podía ser todo lo que quisiera en la vida.

Y sí, en mi casa me educaron en concordancia con esta frase, pero verlo en letra grandes, publicado y proclamado por la revista más importante del mundo, me cambió la vida.

Ese es el día en que nació mi feminismo.

Esa frase me ha acompañado casi 40 años a lo largo de todos mis retos en donde ser mujer juega a mi desventaja. Me la repito como mantra, sólo cambio el sustantivo.

And for economist, why not a woman?

And for a master´s degree, why not a woman?

And for entrepreneur, why not a woman?

Hoy, en los albores de quizá tener una mujer presidenta en México, esta frase y lo que ha significado en mi vida, me retumba en la cabeza.

Y para presidente ¿por qué no una mujer?

Siendo feminista, debería ser un Sí rotundo e incuestionable pero la respuesta no es tan sencilla. Me ha tomado 40 años entender que el feminismo es mucho más complicado y que, indudablemente, la política también.

Muchas veces apoyar a una mujer para obtener un puesto, privilegiando su característica de mujer como valor a currículo del puesto que aspira, es lo peor que podemos hacer para avanzar la causa de las mujeres; porque enfatiza lo incorrecto (el género versus la capacidad ) y porque minimiza lo que debemos exigir de los varones.

Dicen: ¿Una mujer presidenta va a ser más afín a las causas y situaciones de las mujeres?

No necesariamente, como lo hemos visto una y otra vez este sexenio en el Congreso. ¿No deberíamos, mejor, exigir que todos los candidatos, independientemente de su género, pusieran como prioridad la agenda de las mujeres no porque se identifiquen “gremialmente” con ella sino porque es lo correcto para las ciudadanas y para todo el país?.

También dicen: Tener una mujer presidenta va a romper un techo de cristal y va a servir de ejemplo a miles de niñas.

La representación de mujeres en puestos de poder, sin duda alguna, es un ejemplo para las mujeres jóvenes pero el ejemplo real, lo que realmente tenemos que enseñar, es que una mujer puede aspirar un puesto de poder no porque es mujer sino porque es la mejor preparada y adecuada para él.

El techo de cristal no se rompe con el estandarte mágico de “soy mujer”, se rompe con la espada real de “Soy la mejor preparada, formada y adecuada para el puesto… y, casualmente, soy mujer”.

El énfasis de genero sobre capacidad puede, incluso, jugar en contra de la causa feminista. Martha Lamas llama a esto El Dilema de la Diferencia: “Ignorar la diferencia (entre hombres y mujeres), deja en su lugar una neutralidad defectuosa pero centrarse en la diferencia puede acentuar el estigma”.

No busquemos espacios por ser mujeres, busquemos espacios porque como mujeres somos la mejor opción. Nuestro género no puede ser ni un freno pero tampoco un falso escalón.

Elegir una mujer a cualquier puesto por ser mujer es tan en detrimento a la causa feminista como no elegir a un puesto a una mujer por ser mujer.

(lean eso varias veces).

Hoy en México 2023, aquí y ahora, en donde hay tanto en juego para el país y para la situación real de las mujeres, debemos tener mucho cuidado con los argumentos banales y simplistas.

Los partidos políticos tienen que entender que usar como ventaja publicitaria y electorera el género de una candidata es una irresponsabilidad absoluta.

Las eventuales candidatas deben enfatizar su capacidad sobre su género y tener mucho, mucho, mucho cuidado al minimizar las críticas que enfrentan y descalificarlas todas con “me atacan por x,y o z porque soy mujer” porque, aun cuando es un hecho que las mujeres somos juzgadas más severamente, el salirse por la tangente, infantiliza y desmerece el nivel de debate político y feminista. Respondan directamente con razones, hechos y propuestas.

Y cómo ciudadanas y ciudadanos: para presidente ¿por qué no una mujer?

Si y sólo si y sólo si y sólo si y sólo si es la mejor candidata para lo que este país necesita.

Por el bien de México.

Por el bien del feminismo.

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