Por: Valeria Villa 

Anthony Bourdain, jefe de cocina, escritor y presentador de televisión, se quitó la vida en 2018. En un par de días, Simon & Shuster publicará una biografía no autorizada sobre sus últimos días, basada en entrevistas, correos electrónicos, llamadas y angustiosos mensajes de texto. El suicidio de Bourdain sorprendió al mundo que lo veía como un hombre exitoso y feliz, pero quizá no a sus amigos cercanos, que estaban preocupados por su creciente aislamiento, su forma de beber al punto del desmayo, su consumo compulsivo de prostitutas y su desaparición de la vida de su hija de 11 años. “Odio a mis fans, también odio ser famoso, odio mi trabajo”, le escribió Bourdain a su exesposa. Una relación tormentosa con su pareja de los últimos dos años parece haber sido el detonante de la decisión de quitarse la vida. Por lo visto no hay dinero, ni trabajo perfecto, ni viajes ni fama que puedan evitar el deterioro grave de la salud mental.

La Organización Mundial de la Salud, con motivo del Día de la Salud Mental, hace nuevamente un llamado a los gobiernos, a los organismos internacionales, a los empleadores, a los proveedores de servicios de salud, a los medios de comunicación y a la población en general, a trabajar juntos para eliminar el estigma que aún ensombrece a la enfermedad mental. El estigma, el prejuicio y la discriminación contra las personas que nos recuerdan que no basta con energías positivas y buena actitud para sentirse bien.

Tal vez nos gusta pensar que la gente que padece enfermedades mentales no tiene nada que ver con nosotros, solo que las estadísticas mundiales son demoledoras:

El 50% de las enfermedades mentales en adolescentes en el mundo surgen antes de los 14 años.

Las enfermedades mentales son la causa más frecuente de incapacidad en adolescentes del mundo y afecta todos los aspectos de salud y desarrollo físico, mental y social.

La depresión ocupa el tercer lugar en las enfermedades más comunes en la población en el mundo.

El suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 14 a 29 años. Alrededor de 800,000 personas mueren mundialmente al año por esa causa.

Las desigualdades sociales y económicas, las emergencias de salud pública, las guerras y las crisis climáticas son amenazas estructurales para la salud mental en todo el mundo.

Según la OMS la salud mental es el completo estado de bienestar físico, mental y social. No solamente es la ausencia de enfermedad ya que incluye: sensación de bienestar, autonomía, competencia, realización intelectual y emocional. Es también la capacidad para enfrentarse a las situaciones de la vida, trabajar de forma productiva, relacionarse con los demás, alcanzar objetivos personales y contribuir a la sociedad.

La salud mental es, en pocas palabras, la capacidad de una persona para trabajar y amar.

Las enfermedades mentales son estados alterados del pensamiento, la percepción, las emociones y la conducta, que afectan la capacidad de relacionarse con los demás y provocan un monto de estrés importante o discapacidad social o laboral o para otras actividades importantes en la vida de las personas.

Algunas de las estrategias generales para prevenir trastornos mentales son:

Fortalecer los vínculos familiares, cuando estos sean fuente de apoyo y de tranquilidad.

Tener buenos hábitos: comer balanceadamente, dormir suficientes horas, practicar algún deporte, tener pasatiempos.

No fumar y evitar el consumo excesivo de alcohol.

Frecuentar a la familia y amigos. Evitar el aislamiento.

Evitar situaciones de estrés crónico.

Hacer prevención y no subestimar las señales de alerta. Ir al psiquiatra o al psicoterapeuta deberían ser estrategias normalizadas para atender el sufrimiento psíquico.

Aceptemos que de la salud mental se entra y se sale, en un proceso continuo. No podemos aspirar a estar siempre bien y es necesario trabajar para conservarla, para prevenir crisis y para atenderlas con oportunidad cuando se presenten. La salud mental es más importante que la profesión, el dinero, lo que otros opinen, eventos sociales ineludibles, el estado de ánimo de otras personas cercanas o las expectativas familiares. Aceptar que estamos mal va a preocupar, a desilusionar, a decepcionar a los demás, pero eso es lo último que importa. Cuidar de una misma y pedir ayuda es la prioridad.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de y El Universal.

@valevillag 

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