No es exagerado pensar, ni iluso imaginar, que las mujeres vamos a marcar de manera contundente el resultado de la próxima elección presidencial.
Tener una agenda feminista en el proceso electoral a través de la cual podamos alzar la voz para expresar lo que necesitamos es sumamente importante; no perdamos de vista que las mujeres somos el 52% de la población.
Bajo esa orientación es que hoy en OPINIÓN 51 tenemos una edición especial en la que algunas de nuestras columnistas ponen en relieve la necesidades reales que enfrentamos las mujeres y, sin pedir concesiones especiales, sus voces expresan su sentir sobre “La presidencia que queremos”.
Así Sabina Berman habla, por ejemplo, del valor simbólico de que tengamos una presidenta mujer aunque ello no garantiza que tengamos una presidencia feminista, pero sí: el Estado debe convertirse en uno que atienda lo que las mujeres venimos haciendo desde hace siglos y ha sido invisible.
Ivabelle Arroyo, no se detiene a describir las características ideales de quien nos gobierne en un futuro cercano, porque para ella el engranaje institucional es más relevante que la persona. Un engranaje que asegure una presidencia democráticamente electa, que observe la letra constitucional, con los recursos y autoridad que emanen de las instituciones del Estado y no del personaje que se siente en esa silla.
En sentido similar se manifiesta Marilú Acosta para afirmar que la próxima presidencia no asegura que será más exitosa si es mujer quien la ostente, lo que sí urge es quitar el paternalismo y actuar con más madurez y responsabilidad y que en el centro del modelo esté la salud porque no es atinado atender la enfermedad por las abundantes ganancias que ello deja y desatender la salud ante el riesgo de perder precisamente esa abundancia.
Fátima Masse se ocupa de detallar tres prioridades esenciales que debe tener una presidencia a favor de las trabajadoras para cerrar las brechas de género en un país donde menos de la mitad de las mujeres en edad productiva tienen autonomía económica. Estas prioridades de la persona en presidencia deben ser: priorizar la oferta de cuidados alternativos, ofrecer condiciones laborales inclusivas para sus funcionarias, cuidar la inversión privada y fomentar que los nuevos empleos sean inclusivos.
Sofía Ramírez propone una agenda de economía feminista para la igualdad sustantiva que contemple: Empleo de calidad, con prestaciones, incluidas las guarderías y estancias infantiles, promoción de ahorro para el retiro, financiamiento para la salud pública y en concreto detección oportuna del cáncer, garantía de representación en los espacios de toma de decisiones y en general mayor libertad económica.
Luisa Cantú se refiere a la urgencia de que la próxima presidencia tome en cuenta el tema de la crianza porque una sociedad que atiende a sus integrantes desde los primeros años, tendría un futuro más promisorio y es el primer punto para la construcción de la paz; en su texto nos aporta datos muy relevantes como los que presenta la Red por los Derechos de la infancia que ha reportado en este sexenio 114 mil 46 delitos contra niñas y niños, es decir, 78 diarios. Sin embargo, dice, “crianza” y “maternidad” están ausentes en las plataformas de los partidos políticos.
Si, como dicen los expertos, los zapatos ofrecen abundante información sobre quien los porta, Edmeé Pardo se detiene a reflexionar sobre ¿Qué zapatos habría de usar la próxima presidenta de México? Y sugiere: Necesita unos zapatos violetas, que se adapten a la forma de su propio pie y no una plantilla general, para luchar por los derechos de las mujeres; sin costuras internas para no perder el ritmo con heridas dolorosas en la parte más delgada. No sé si sea un solo par o muchos. Pero, sobre todo, necesita cientos de pares de zapatos a su lado, caminando en la construcción de un país donde quepamos todos y podamos ir por la vida
libres, en abundancia y sin miedo.
Creo firmemente que ya no debemos aceptar obstáculos para que la voz de la mujer sea escuchada, que sus propuestas se tomen con seriedad y éstas merecen elevarse a políticas públicas. Creo en una nueva generación de juventudes femeninas que echa mano de las herramientas de su época y que tiene más libertad para hablar, decidir y exigir.
No pretende ser una amenaza pero para quienes no lo han aceptado aún o quieren minimizar, créanme que hemos llegado para quedarnos y para mejorarnos; no sólo a las mujeres sino a la sociedad mexicana y a la humanidad en general. Estamos aquí, no nos iremos, estaremos más presentes que nunca, determinadas a hacer que el panorama evolucione, porque otras mujeres nos han abierto camino, porque nos entusiasma y vibramos haciéndonos responsables de nuestro momento, y porque habremos de heredar mejores senderos para las generaciones posteriores a la nuestra.