Por Leticia Bonifaz
El pasado jueves 4 de enero fue la toma de protesta y la imposición de la toga a la nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lenia Batres Guadarrama, en sustitución de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quién se retiró anticipadamente el cargo dejando un espacio más de oportunidad de nombramiento para el actual Presidente de la República. De haber terminado Arturo Zaldívar su encargo, le hubiera correspondido en diciembre próximo a la siguiente Presidenta de la República. Asimismo, en virtud de que no se logró el nombramiento por mayoría calificada en el Senado, éste se dio en forma directa por el Ejecutivo Federal. Es la primera vez que esto sucede desde el rediseño de la Corte al inicio de la Presidencia de Ernesto Zedillo.
Debemos agradecer a Lenia Batres que haya puesto de manera abierta y clara en su discurso de toma de posesión cuál es su postura actual y su pensamiento respecto de las tareas que realiza la Suprema Corte. Sobre advertencia no hay engaño, dice el refrán.
¿Es posible que en algunos de los puntos expuestos modifique su postura más adelante? Actualmente su visión es externa, ya estando dentro ¿podría modificarla? Es de sabias cambiar de opinión y ella ya lo hizo justamente respecto del nombramiento directo del Presidente en ausencia de consenso en el Senado. Cuando lo planteó*, estaba lejos de adivinar que ella misma se vería beneficiada con ese diseño constitucional.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que, al menos en los primeros años, la ministra Batres tendrá que excusarse de conocer los asuntos en los que ella intervino o dio visto bueno desde la Consejería Jurídica de la Presidencia. Habría un conflicto de intereses al juzgar un asunto en cuyo diseño participó desde el Ejecutivo. Tampoco podrá conocer de asuntos relacionados con la Ciudad de México al ser hermana del actual Jefe de Gobierno, antes Secretario de Gobierno de la Ciudad.
Al jurar cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes que de ella emanen, en consecuencia, deberá cumplir con el artículo 51 de la ley de Amparo que busca garantizar la imparcialidad en la administración de justicia. Ella podrá excusarse voluntariamente; se lo pueden pedir sus pares; pueden solicitar la recusación las partes tratándose de juicios de amparo o quien haya promovido una acción o controversia constitucional. Si no se excusara, incurriría en responsabilidad.
Por otra parte, entre los puntos planteados en el discurso aseguró que entre los litigantes SE DICE que la Constitución dice lo que desde la Corte dicen. Y claramente es así. Justamente la función de la Corte, como cuerpo colegiado, es decir qué dice la Constitución como último intérprete. Si hay un conflicto planteado ante el Poder Judicial es que hay diversas interpretaciones respecto de un precepto de la Constitución; de la leyes respecto de la Constitución o de la Constitución respecto de los Tratados Internacionales y a la Corte le toca decidir en última instancia. Solo algunas de sus resoluciones, pocas hasta ahora, relacionadas con derechos humanos, podrían ser recurridas ante la Corte Interamericana.
Que el juez era la boca del legislador es una postura del Siglo XIX. La vitalidad del derecho tiene que ver ahora no solo con el texto, sino con el contexto de aplicación y con la manera en que se va constituyendo la jurisprudencia a partir de los precedentes que van estabilizando la interpretación.
Asimismo, en los últimos tiempos, independientemente del origen familiar del derecho: romano germánico o anglosajón, hace décadas que en la práctica se ha tomado lo mejor de ambos mundos en beneficio de quienes reclaman justicia. Y esa es la buena noticia que desprendemos del discurso del jueves pasado, en materia de derechos humanos llega un voto que se sumará al fortalecimiento de los principios del artículo primero constitucional.
Inicia la gestión de la nueva ministra dentro de un poder que desde afuera y en su primer discurso ha criticado. Si no hay reforma a la Corte, ahí estará durante los siguiente 15 años. Le tocará actuar frente al poder de 4 presidentes de la República distintos emitiendo votos que desde hoy ya están sujetos al escrutinio como los del resto de sus pares.
* En el año 2000, siendo diputada por el PRD, impulsó una iniciativa para que el Presidente no tuviera la última palabra en cuanto a la designación de ministros (https://politica.expansion.mx/elecciones/2023/12/16/lenia-batres-criticaba-que-los-presidentes-nombraran-a-ministros-de-la-corte#:~:text=elecciones-,Lenia%20Batres%20criticaba%20que%20los%20presidentes%20nombraran%20a%20ministros%20de,la%20designación%20de%20los%20ministros