Ivabelle Arroyo

Natalie Kritoeff y Paulina Villegas trabajaron durante cuatro meses para acceder a una cocina de fentanilo en Sinaloa. Según su relato, estuvieron allí unos minutos, describieron lo que alcanzaron a ver y tomaron algunas fotografías antes de huir porque les advirtieron que la autoridad estaba cerca. ¿Esta es real o es un reportaje falso?

El respaldo inicial: el medio y sus estándares

Para empezar, las periodistas trabajan para un medio reconocido, el New York Times. Esto juega a su favor, ya que implica un filtro editorial mínimo y un incentivo profesional para evitar errores graves: podrían perder su empleo. El diario asegura que además hay grabaciones. ¿Basta esto? Sigan leyendo.

El cuestionamiento de Sheinbaum

Claudia Sheinbaum, la presidenta, ha puesto en duda el reportaje argumentando que los procedimientos descritos no coinciden con lo que ella sabe sobre criminales en fuga. Según las reporteras, la cocina era improvisada para un pedido urgente, algo que Sheinbaum considera inconsistente con las prácticas usuales de los narcotraficantes. Su punto es relevante pues posee información oficial sobre laboratorios y métodos criminales pero, ¿eso nos basta? Sigan leyendo.

La verdadera pregunta

El debate no debería girar en torno a si creemos al New York Times o a Sheinbaum. Tampoco se trata de saber si existen laboratorios de fentanilo en Sinaloa. La cuestión crucial es: ¿el reportaje se sostiene? El periodismo, a diferencia de otros emisores de información, tiene métodos que permiten verificar que el periodista no miente ni ha sido engañado.

En este caso, el reportaje permite considerar varias hipótesis:

  1. La cocina existe y los cocineros son reales.
  2. La cocina es un invento de las periodistas para engañar.
  3. La cocina es un engaño hacia las periodistas.

Métodos periodísticos y verificación

Por fortuna, el periodismo tiene las herramientas para despejar las dudas, y muchos de esos métodos están a la vista (o deben estar) en la misma pieza publicada, especialmente en reportajes testimoniales. El reportaje debe responder siempre a la pregunta básica de un lector crítico: ¿cómo sabe el propio periodista que lo que ve, escucha o narra es verdad?

La pieza de las reporteras del New York Times es una crónica que describe lo siguiente:

  • Las reporteras obtienen un contacto que las conduce a una cocina de fentanilo tras meses de intentos fallidos.
  • La cocina está en un espacio cerrado, donde personas con cubrebocas y guantes manipulan polvos, masas azules y sustancias líquidas al fuego.
  • Les muestran una pastilla azul, los que están ahí aseguran que son resistentes a la droga y permiten tomar fotografías.
  • Las periodistas están allí brevemente y huyen con todos ante el temor a ser descubiertos.

Aunque esto ofrece un buen retrato del momento, pero tengo muchas dudas sobre su rigor. ¿Cómo saben las periodistas que lo que ven es fentanilo? ¿Que sus contactos les dicen la verdad? ¿Qué cocinero es cocinero? Pues siguiendo los métodos que le dan credibilidad al periodismo frente a testimonios de otros tipos de emisores. Por ejemplo:

Verificación de las fuentes. Las periodistas deben aportar los elementos que a ellas les dieron certeza de que los contactos y los cocineros son reales. Puede ser información oficial, testimonios adicionales o aun mejor, el seguimiento de esas fuentes por más tiempo de manera que les conste la actividad.

Confirmación de los materiales. Es crucial determinar si los polvos, masas azules y líquidos observados son efectivamente fentanilo o precursores. Esto puede lograrse preguntando a los cocineros cómo verifican la pureza de sus productos, consultando a científicos o autoridades, o investigando procedimientos similares fuera de contextos ilegales.

Contraste con datos externos. El contexto es esencial: ¿hubo realmente un operativo ese día que justificara la improvisación del laboratorio? ¿Es posible cocinar fentanilo con cubrebocas? ¿Realmente se puede desarrollar resistencia a esta droga? Estas preguntas no requieren valentía para ingresar a un laboratorio; requieren fuentes oficiales y estudios científicos.

El periodismo no puede basarse únicamente en la percepción directa y los testimonios de un solo lado. No sé si las periodistas fueron engañadas o no porque no me entregan, en la pieza, elementos que me digan cómo llegaron ellas a la conclusión de estar viendo un laboratorio. La credibilidad depende de complementar la crónica con información externa. Cuando esto no se cumple, el gremio queda expuesto a cuestionamientos válidos que las autoridades pueden usar para desprestigiarnos.

Las cosas como son

No podemos afirmar si la cocina de fentanilo descrita es real o no porque las periodistas no aportaron elementos suficientes para respaldar su crónica. Sin embargo, esto no significa que el reportaje sea falso. Para probarlo, también necesitaríamos más información, que Sheinbaum tampoco ha proporcionado. La presidenta podría mostrar imágenes y datos sobre laboratorios descubiertos previamente para compararlos con lo que muestran las reporteras. Eso es algo que no ha hecho.

En resumen, seguimos sin saber si la cocina es pirata o auténtica, y la responsabilidad recae en ambas partes. Las cosas como son, ni modo.

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