Los plásticos son un producto humano. Omnipresentes, tardan centenares o miles de años en descomponerse en moléculas que no causan daño . Son substancias y aditivos químicos que nos envuelven, se desmenuzan, viajan por el aire, caen con la lluvia, flotan en océanos, ríos y lagos. Los plásticos colman nuestra vida diaria.
Cada día respiramos plásticos, están en nuestros pulmones; los ingerimos con los alimentos y los bebemos con el agua; penetran nuestras células, han sido hallados en la sangre de humanos adultos y en la placenta de bebés que no han nacido. Hay plásticos en todos los continentes–y han descendido 11,000 metros hasta el fondo de la Fosa de las Marianas y escalado 9,000 metros hasta la cima del Monte Everest.
Según un análisis reciente de Helene Wiesinger y colegas de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, cada año se producen en el planeta más de 350 millones de toneladas de plásticos. Son materiales sintéticos que utilizamos para muchas cosas –desde empaquetado, construcción, electrónicos, textiles, artículos del hogar, juguetes y muchos otros procesos industriales– y en cuya producción y procesamiento se usan muchas substancias químicas que afectan la salud de consumidores y ecosistemas.
Una gran cantidad de plásticos llega al océano. Según Roland Geyer de la Universidad de California, en los últimos 170 años se produjeron 8, 300 millones de toneladas de plástico y la mayoría han terminado en rellenos sanitarios, o contaminando continentes y océanos. La Fundación MacArthur y el World Economic Forum estiman que anualmente llegan a los océanos 8 millones de toneladas de plásticos y hay ya acumuladas 150 millones de toneladas.
En los océanos, la mayoría de los plásticos se descompone en partículas de menos de cinco milímetros, los microplásticos, que resultan del desarrollo específico de productos comerciales –como cosméticos, ropa, textiles– y de la descomposición de plásticos más grandes–como bolsas y botellas de plástico. Se han encontrado en el diminuto plancton y en el estómago de aves, mamíferos y reptiles marinos. El Convenio sobre la Diversidad Biológica reveló que las siete especies de tortugas marinas, casi la mitad de las especies de mamíferos marinos y la quinta parte de las especies de aves marinas estudiadas son afectadas por ingerir, o enredarse en plásticos.
Discutimos, sin ponernos de acuerdo, sobre si los microplásticos son tóxicos para los humanos y sobre cuáles son exactamente sus efectos nocivos–cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, inmunológicos, neurológicos, genéticos.
El estudio de la Dra. Wiesinger concluyó que más de 2, 400 substancias utilizadas en los plásticos son de preocupación potencial por su persistencia (mantenerse constantes por largo tiempo), bioacumulación (acumulación de substancias químicas en organismos vivos) y toxicidad (capacidad de un químico de perjudicar un ser vivo, al entrar en contacto con él). Y más de la mitad de esas substancias no están reguladas adecuadamente en muchas partes del mundo y 901 están aprobadas para usarse en plásticos en contacto con alimentos.
Su conclusión más importante es que, dada la multitud y diversidad de químicos que se adicionan a los plásticos y los riesgos para la salud, debemos transitar a la “economía circular” sustentable del plástico–es decir, dejar de concebirlo como “basura” y verlo como un recurso renovable que debe ser reutilizado sin que contamine el medio ambiente.
Suena bien…pero ¿no será que, ante todo, deberíamos reflexionar sobre nuestros patrones de consumo y la cantidad de plástico que utilizamos e inunda nuestra vida diaria? ¿No será que la respuesta está en las cuatro erres por las que abogan las Naciones Unidas– reducir, reutilizar, reciclar, recuperar ?
Ustedes, lectores, tienen la última palabra.
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